¿Qué significará el tiempo sin relojes?

viernes, 27 de mayo de 2011

LotL IV

Reí sarcásticamente.
-¿De qué te ríes?
Te miré. Me miraste. Nadie sonreía. Nadie sonreía aquí desde hace tiempo.
-Mírate...
Me quité uno de mis dos anillos y te lo metí en el bolsillo del abrigo. Te besé la mejilla a la vez, y comencé a andar. Notaba tus ojos sobre mi espalda, y casi pude oír los insultos que me dedicabas mentalmente. Porque te conocía demasiado, y sabía que eras la persona más pacífica del mundo... para los demás. Excepto para mí. Entonces oí un murmullo, un sonido grave que me hizo imaginar (no sé por qué) palomitas dentro del microondas. Y Amélie. Y el sillón de mi casa. Y tu camiseta roja. Hablaste más alto, incluso gritaste, al comprender que no te escuchaba:
-¡No veo nada malo en mí!
Me giré, apartándome el flequillo de los ojos.
-¿Sabes esa sensación de creer que estás despierta y de repente, despertarte?
-Sí.
Volví a girarme, y continué andando, sintiendo que la calle se hacía eterna, pero a la vez agradeciendo que fuera así.
-Adiós.
Ahí... te dejé atrás (temporalmente, supongo). ¿No lo ves? Quítate la venda... Yo no soy lo que crees, no me conoces. Nunca podrás hacerlo.
Y en ese punto, al darme cuenta de que estaba temblando, deseé que recordaras que adiós nunca significó nada para mí, y me salvaras de nuevo de mí misma...

No hay comentarios: