Estaba embarazada.
Había comprado un predictor ayer en la farmacia, y decidí usarlo cuando Matt se fue.
Volví a mirar el predictor, esperando que antes lo hubiera visto mal. No. Sin duda era positivo.
Un par de lágrimas me recorrían las mejillas.
Noté como cada vez iba entrando menos aire en mis pulmones, y empecé a temblar. Ansiedad.
Cada vez me faltaba más aire, y comencé a sudar.
No podía estar embarazada. No iba a cargar con el peso de tener un hijo. No iba a abortar. No podía hacer nada. No podía matar al que sería mi futuro hijo y seguir viva. Me sentiría culpable, siempre.
Cerré los ojos y me tumbé boca abajo en el suelo, concentrándome en respirar. No conseguía pensar nada coherente.
En este momento, era como si todo el universo hubiera aumentado de tamaño. Todo, menos yo. Me sentía pequeña, demasiado pequeña.
Pensé en la muerte, de pronto. Era una idea atractiva. Siempre me lo pareció, claro. Esperaba algo que me hiciera reaccionar. Algo que me hiciera desearlo. Y ese algo, era estar embarazada. Podía no parecer un problema. Podía parecer maravilloso, para algunas personas. A otras no les parecería algo bueno, pero lo afrontarían. Saldrían adelante y lo afrontarían. Pero yo no iba a hacer eso. Las personas que lo hacían, que lo afrontaban, eran más fuertes que yo. Mucho más fuertes.
Levanté un poco la cabeza. Tenía nauseas y seguía sin aire.
Encima de la mesa, había un cuchillo.
Y yo tenía demasiadas ganas de morir.
Y demasiada fe en que había llegado el día.
...
Salía del trabajo, un poco más tarde de lo normal. Malditas horas extra. Estaba deseando llegar a casa y abrazar a Helena.
Empezó a sonar el móvil. Miré la pantalla y me sorprendí al ver que era Caroline, una de las mejores amigas de Helena.
-¡Hola, Caroline! Si llamas para localizar a Helena, ella no está conmigo.
-No te llamo para localizarla. Necesito que vengas.
La voz de Caroline sonaba tensa y ronca, como si hubiera llorado.
-¿A dónde quieres que vaya? ¿Pasa algo?
Silencio. Por lo menos medio minuto.
-Sí, pasa algo. Ven a tu casa. Te espero en el portal. Ven rápido e intenta no hablar con nadie.
Colgó el teléfono.
¿Qué habría pasado?
Decidí ir rápido y sin pensar. Seguro que si me lo preguntaba, pensaría en lo peor. Seguro que no era nada. Helena y Caroline se habrían peleado, sería eso. Caroline me llamaría para arreglarlo, sí.
Diez minutos más tarde estaba frente al portal y vi a Caroline apollada contra la pared. Me extrañó su cara. Tenía los ojos rojos y aguados, y miraba al suelo. También me percaté de que estaba temblando.
-¿Qué pasa, Caroline?
Me miró a los ojos. Abrió la boca, como para hablar, pero comenzó a llorar, poniéndose las manos en la cara.
-Caroline, ¿tan grave es?
-Sí ¡sí! ¿Crees que yo lloraría por algo sin importancia, Matthew? Matthew, hazme el favor entrar y sentarte en un escalón.
Eso hice.
-Cuéntame, por Dios.
Empezaba a temer que le hubiera pasado algo a Helena. Si no fuera así, Helena estaría ahí con Caroline. O estaríamos en mi casa.
-He decidido decírtelo antes de llamar a la policía. No hables. No me interrumpas. He decidido contártelo antes porque no quería que te enteraras por terceras personas, Matthew -suspiró-.
-¿Helena está bien?
-He dicho que no me interrumpas. Matthew, no está bien. -Rompió a llorar.
Le había pasado algo a Helena. A mi Helena.
-¿Qué le ha pasado? -Utilicé toda mi fuerza en decir esas palabras.
-Helena está muerta -susurró-. Yo... entré en el piso, con mi llave, con la llave que ella me dio... y la encontré... así. Se ha suicidado, Matthew. Se ha cortado las venas...
Al principio pensé que era una broma. Esperé que lo fuera. Pero cuando Caroline cerró los ojos y suspiró, supe que era verdad.
Todo se desvaneció. Fue como si toda mi vida acabara en ese preciso momento. Como si toda mi vida hubiera sido en vano.
Me levanté del escalón y subí corriendo las escaleras. No pensé, simplemente actué. Caroline me cogió de la camiseta, pero conseguí soltarme.
Helena no podía haber muerto. Helena, no. No podía haberse suicidado. No podía haberme dejado solo en este mundo de locos. No podía. Helena no me haría eso. Nunca. Helena me quería. Yo lo sabía.
Abrí la puerta. Caroline no la había cerrado con llave.
Y lo que vi fue como un balazo. Me tiré de rodillas y grité. Grité tan alto que me dolió.
Frente a mí estaba el cadáver de Helena, encima de un charco de de sangre. A su lado había un cuchillo lleno de ésta.
-Helena, ¡Helena! Helena, porfavor... -Me acerqué a ella y le puse la mano en la mejilla- Helena no. Vuelve. Te lo ruego. Helena, si vuelves te juro que no te volveré a dejar sola. Te lo juro. Llegaré antes a casa, y pasaremos todo el tiempo que quieras juntos... Despierta porfavor, Helena -mi voz se oía entrecortada por el llanto-. Helena, te quiero. Eres lo único que tengo -agaché la cabeza y puse ver como mis lágrimas caían una a una al suelo- de verdad. Sé que no es suficiente. Sé que no te gusta tu vida, cariño... pero haré que tu vida sea la más perfecta del mundo. ¡Vuelve, porfavor! No me dejes solo. No puedo vivir en un mundo en el que tú no estés, ¿me entiendes, Hel? Es imposible. El mundo sería para mí un desconocido. Nunca podré volver a ser yo. Te necesito. Necesito que vuelvas, ¡Helena, porfavor! -La cogí de la mano y me manché los dedos de sangre.- Helena, no voy a poder seguir viviendo sin tu electricidad. Sin tu sonrisa cansada. Sin que me despiertes por la mañana poniéndome la mano en el pecho. Sin esperar que me digas algo bonito, sin reprimirte. Sin tu obsesión con la vainilla. Sin oirte cantar mientras te duchas. Sin que me digas que soy lo único que hace tu vida soportable. Sin que uses mi ropa para dormir y te enfades si digo algo. Sin que me dejes notas por todas partes. Sin verte dormir. Sin que me cuentes lo que sueñas cada noche. Sin echarte de menos y saber que te veré al volver a casa. Sin tus planes de última hora. Sin ti...
Volví a gritar. No podía dejar de llorar. Helena estaba muerta. Estaba muerta frente a mí. Llena de sangre.
-¡¿Pero por qué me haces esto?! -No sé a quién se lo decía. Si a Helena, si a mí mismo, o si a Dios.
Al lado de Helena, vi un papel blanco perfectamente doblado y un objeto que no supe bien qué era. Me acerqué y cogí ambas cosas.
Era un predictor. Positivo. Helena estaba... embarazada. ¿Se había matado por ello? Suspiré.
Abrí el papel, y lo manché de sangre y de lágrimas.
''Te quiero, M.'' Estaba escrito con letra temblorosa y en color verde.
Terminé de romperme por dentro.
No habían explicaciones. Solamente tres palabras, y una letra.
Miré el cuerpo de Helena y me tumbé a su lado, manchándome de sangre.
-Ya lo sabía, Hel... Ya lo sabía...