¿Qué significará el tiempo sin relojes?

sábado, 12 de septiembre de 2015


y yo que pensaba que lo mío no era decir me rindo, decir no puedo, me quedo aquí. todas las puras turas de este mundo, julito, y yo en medio, y yo fuera, y yo rindiéndome, ya no voy a seguir siendo fuerte

miércoles, 9 de septiembre de 2015

saltaré sobre el fuego (a wislawa szymborska)


muralla de salvarme del planeta y serme desde adentro: resguardo salvamento hogar las finas paredes de mi casa rellené sin saber de arquitectura y esperé llorando convertida en mí llorando de vuelta del cielo de ser otras mujeres menos sorprendidas de sí mismas te entiendo wislawa sería otra cosa humana también los mismos ojos detrás de lentes con la misma curvatura mismo pelo mismas manos mismo sabor en la punta de la boca podría ser soplo de aire terrón de azúcar pero yo me adentro en la estructura de los suelos y recorro con los dedos una balsa de locura mi locura insatisfecha los cielos rasos acogen mi cartel intransigente pensé que había cruzado la frontera construida con mis muelas pero dudo de ser me sorprendo de estar pienso tanto en morir sé que no he saltado nada la muralla va conmigo a ser yo bajo las olas soy yo mi defensa que se amplía

pero saltaré sobre el fuego


lunes, 7 de septiembre de 2015



ya no sé qué decirte


seísmo torpe


Quiero un cerco de duros talones a mi alrededor. Que sea montaña y verja celestial, temple olvidado a mi derecha. Hace frío y yo soy pequeña. Guárdenme. Guárdenme del tiempo. Del clima, del clima guárdenme. Duros pies aterrados. Los cuerpos se voltean, juntan junturas, terminan de hacerse: no me miran, nadie me mira, soy invisible. A salvo. Tenue. Me disuelvo. Sálvenme de él, de ti, de los dedos y las manos y las bocas. Quiero una jaula de pies invertidos. Donde moverme. Donde nadar. Tiemblo, reja, tiemblo como un terremoto de mí, de mí misma soy seísmo torpe. Y si me traiciono, si me esquivo detrás de mi cerco de duros talones, es vacío. Y si me muerdo, es por suavidad. No me alcanza. No me alcanza la mano rota rompedora rompiente. No me estira la piel y no arranca la tela. Mi uniforme es respetado. Uniforme de presa por seguridad. Saben que estoy y sin embargo. Sin embargo, verja celestial. Quiero un cerco de tristes guardianes ciegos. Cierro las piernas. Veo cómo vomito miedo. Que no me toque, que no vuelva a tocarme. Seísmo torpe.


domingo, 6 de septiembre de 2015

los pájaros muertos



I

Mi vecino se llama Jaime. Tiene un bigote grande y salado y juega con las latas como si todavía estuviera chico. Come chocolate con kikos a todas horas. Y no me ofrece. Si paso a su lado, no saluda. Yo me ofusco y me miro las bailarinas. Las pienso en danza sobre mí. Es como si no me viera: Jaime se sube el gorro y aspira su bigote. Érase una vez un hombre pegado a un kiko. Un kiko pegado a un hombre. Al chocolate. A mí. 

II

Anoche soñé que a Jaime le salían un montón de estrellas en la cara y se las tragaba. Todas. De golpe. Como una aspiradora. Le miraba desde la ventana, y las persianas aleteaban y hacían como que querían que Jaime se las comiera, pero yo no, yo aguanté como una heroína. Soy una heroína de manga, una gladiadora, una forzuda y todo lo demás. Todo el césped y todas las hormigas se comió Jaime. Yo en casa. Yo mirándolo por la ventana y él no viéndome. No viéndome para no reconocer que soy la más fuerte de la calle y de la casa y de nosotros dos.

III

Mamá está histérica porque perdí las llaves y no sabe cómo voy a hacer ahora al salir de clase. Papá no dice nada. Creo que tienen que llegarle los grumos de los gritos de mamá, pero él sigue ahí con su libro y las gafas como escurriendo la nariz y casi rotas. Y nadie te puede abrir, dice mamá, nadie nadie nadie te va a abrir la puerta si no estoy. ¿Dónde las llaves?

IV

Mi vecino tiene un perro cojo y el perro cojo tiene una caseta y la caseta está llena de pulgas y pájaros muertos. Yo tengo una perra bulldog que juega conmigo y es la más graciosa de toda la calle pero ayer Jaime la miró desde las orejas hasta las patas y soltó un suspiro como si mi perra fuera un perro cojo con la caseta llena de pulgas y pájaros muertos. Después me vio a mí y quise escaparme pero se acercó a hablar conmigo. Me dio chocolate. Sabía a asco. Y a cigarro.

V

Todavía no hay llave, pero Jaime me abre la puerta del portal y allí espero a mamá. Ella no quiere que pierda su copia también y así me castiga. No le acepto más chocolate al bigotudo porque creo que tiene gusanos.

VI

Me duele la barriga.

VII

Me duele la garganta.

VIII

Me duele ahí.

IX

Soy un perro cojo y tengo la cama llena de pulgas y de pájaros muertos. Soy una estrella y me como las uñas pero no quiero ir más al colegio, no quiero cerrar más la puerta y salir a la calle y que todos me vean, que me coman todos, que se me caigan los ojos y se partan contra la calle y ya no, ya se me ha caído la última muela de la última encía de mi última boca. Tengo sangre debajo de las uñas pero no oigo nada y me estoy haciendo rayos y centellas y érase una vez una yo una yo una yo pegada a un kiko pegado a una mano. Que no, mamá, que no: no quiero salir, no quiero salir, no tengo llave y no voy a poder volver. Ya nada. Ya no. Las terminaciones nerviosas al aire. Tengo catorce años, tengo catorce muelas, todas se me han caído. Se me ha roto algo.

X

El suelo sabe a cigarro. 



sábado, 5 de septiembre de 2015


Ahora derramo el té por el fregadero porque ni siquiera se parece a lo que tenía que haber sido. 

Anda, como yo: nací en una familia buena, familia en la que todos hacían lo que debían. Papá trabaja, mamá estudió, mamá trabaja también pero papá gana más. Llegué con mi pelo rizado y mi cadera torcida (que recolocarían con cuidados médicos, porque era lo que había que hacer. Ninguna hija coja para el ojo de la eternidad). Lloré cuando salí de la caja, estaba morada y era chiquita. "Es una niña sana y preciosa", contaron gentiles las enfermeras. Era lo que había que decir. Por protocolo, toda mi familia pasó ordenadamente, y en horario de visitas, por la habitación materna: le habían dejado una individual porque había trabajado en ese hospital. Y era lo que el jefe tenía que hacer. Es una niña sana y preciosa, y crecerá y los hará felices y estudiará, hincará los codos, y trabajará y se casará y tendrá niñas preciosas que tengan el mismo pelo rizado y ojalá que no, ojalá que no esa malformación en la cadera.

Pero el té no ha ligado. Y yo, en el colegio, no hacía los deberes. En el instituto me saltaba las clases. En la universidad levanté la mano y respondí con gracia hasta que supe que podía ser la primera de la clase. Después, me recluí en un asiento de la última fila y guardé silencio. Dejé todos los trabajos para el último día, leí sobre cosas que no tenían nada que ver con mi carrera, pregunté las dudas que nadie tenia por qué responder. Taza de té que no tiene color. A mí, sin embargo, nadie me tiró por el desagüe. Me quisieron. Me quisieron hasta la herida. Quisieron parecerse a mí, debutar en indiferencia sobre el respaldo de una silla. Me fue bien. Aprendí lo necesario, busqué mi propio fuego. Yo, que había nacido en una familia sin deudas con el mundo, escondí mi origen en la línea de las gafas. Me salté todos los horarios. Me comí todas las normas. Me quité las etiquetas y dejé de imponerme risa y lloré en público y cosí medallas y di cariño y rompí injusticias y escribí poemas y hasta saqué buenas notas. La cadera nunca me dio guerra, no dolió jamás, pero había otras cosas, otras muchas, que nadie había visto en la niñasanaypreciosa de la madre sonriente. Taza de té descolorida.

Pero ahora tiro el té por el fregadero. Y pongo a hervir otro cazo de agua.

tr


Tristeza. Cajón. Hondo aliento, insoportable velo. Ahora reptan dos ojos y mi habitación es un cubo de agua. Yo no asiento. No persisto. El futuro es todo lo que bulle entre las paredes de esta casa, casa que no sostiene el tiempo. Las horas me explotan en la boca. Te fuiste: sigo durmiendo por seguir. La piedra saluda. Y la ignoro. Estoy hermética. Y triste.


jueves, 3 de septiembre de 2015

88


asisto a mi vida me encuentro en el espejo y es hola qué tal cómo has crecido me gusta tu ropa asisto a mi vida me veo hacerme grande cortarme el pelo ponerme gafas veo cómo me cambia la mirada más dura más filosa después inocente de nuevo así que lo has superado sí lo he superado me alegro porque el año pasado se te vio más triste cada tanto un fogonazo estoy delante de mí me encuentro en la calle y son dos besos son dos alas un saludo un fijarme de arriba a abajo y desde fuera me veo me contemplo estoy al otro lado ya no dentro y me veo derretirme leer a horcajadas falda nueva cielo nuevo me meten la mano debajo del vestido y me arquean la columna y me empujan y me aplauden y me vician todo se refleja en la cara que cada vez encuentro más adulta más afilada pero digo yo que más feliz asisto a mi vida yo espectadora atenuante de responsabilidad y de pronto un clac tic boom adentro amiga muévete las venas la sangre eres yo soy yo y una rigidez una estática hasta que vuelva a encontrarme en un portal en una cafetería y me levante para saludarme hola cuánto tiempo has crecido te veo bien

miércoles, 2 de septiembre de 2015

soy soy eres NO


soy la calle soy el centro soy el cielo veo huelo toco resuelvo y otra vez caigo vacía vuelo abajo al borde del borde del filo camino por detrás del suelo alcantarilla de mis ojos pozo de mi espera me estrello y soy un muro eres matemática el ángulo con el piso y los centímetros de mi pared y lo que podría ser si una ecuación indiferente o una operación hecha trizas pero eres lingüística el sistema sobrelengua el modelo del habla de los trazos yo no soy disciplina yo no soy académica yo soy solo la materia la pieza de tu pieza y el adiós triste sistemático color ceguera

así


por mi cumpleaños quiero por mis veinte hilos quiero ir descalza a hacer la compra y andar la calle con las plantas de mí sentir la arruga y la acera que escolta un sueño todos los pies que pisaron antes de que y me ha sentado caída tener un año más hasta el alma descalza por la playa por el campo por la vía por tus manos tantas veces he buscado tocar con un dedo el cielo de un árbol remover la arena mojarme la cara y no es nada insuficiencia tedio desarraigo: me ha bastado solo diluviar tu cuerpo y sentirme suelo una con la tierra me ha hecho falta solamente rozarte los dedos las muelas con el filo de un talón para saber que quiero que por mis viente quiero caminarte descalza y que me pinches que me cortes ir al súper al registro con los pies relucientes sucios partidos no puedo sentir no veo ya por las manos los ojos el cuello soy solo pasos soy solo tu boca y la esquina de tu calle en mí pinchan las estrellas en el dedo gordo y el vacío puente hacia tu espalda de canción deshabitada