¿Qué significará el tiempo sin relojes?

lunes, 29 de agosto de 2016

thank you for your time


"Operator, could you help me place this call?
'Cause I can't read the number that you just gave me
There's something in my eyes
You know, it happens every time
I think about the love I thought would save me"

(jim croce - operator)



domingo, 28 de agosto de 2016

21


No quiero. No sé si quiero. Dímelo tú: ¿quiero? Tienes los ojos más oscuros del mundo (te lo juro), pero mis uñas siempre van de negro. Y puedo taparte. Con los dedos, con los dedos taparte. Con estos mismos dedos que. Que.

Ya sabes que tendré siempre 10.000 palabras guardadas para ti.

Soy tan idiota. Para completar la frase he buscado en Google cuántas palabras tiene el vocabulario de una persona normal. He leído que tenemos 10.000 palabras de vocabulario pasivo. Las conocemos, pero no las usamos. El vocabulario activo solo llega a un par de cientos.

Pero para ti, para ti puedo usar todas las palabras que conozco. Las más brutas. Las que nadie soporta. Eso es ser, ¿no? Palabras pasivas. Que piensas. Que escribes. Para ti. Y si llegan a los otros, si de algún modo te saltas el habla cotidiana y el mundo cotidiano y estableces con los otros un puente erizado, lo habrás resuelto. El misterio.

Un misterio que termina en ojos oscuros y uñas largas y pintadas de negro galáctico.

Pero no quiero. No sé si quiero. ¿Quiero?

Contigo, quiero decir contigo...
 

miércoles, 24 de agosto de 2016


¿Cuánto miedo me queda?








 

domingo, 21 de agosto de 2016

(sin título aparente)



Caótica respira. Caótica respira humo. Caótica se mira en el espejo del baño.

Sobre la pasta de dientes, Caótica. Como una sombra o un agujero. Como el rastro que dejan las tijeras en el papel. Triste, ¿qué sucede?

Triste fuma en la ventana. Triste se estudia las uñas. Triste quiere plantar girasoles. Caótica, plantemos girasoles.

Voy a irme.

Voy a irme antes de que las flores asomen la cabeza.

Antes de que se sequen y tengas que dárselas de comer a los perros. Antes de que te olvides. Antes de que me mires, Triste, como si fuésemos gotas o personajes de una película ciega. Antes de que llueva o truene o haga frío y queramos meternos en las mantas. Antes de que quieras que me quede.

Caótica lo sabe. Querrá que se quede.

Triste, voy a irme. ¿Escuchas? Me voy.

Triste mira la calle. Triste quiere saber qué pasa con el niño que está intentando robar la bicicleta. Triste no escucha, pero sabe. Y Triste.

Caótica se acerca al salón. Espalda, pelo que cae. Camiseta corta y piernas y ropa interior que solo ella, solo Caótica conoce. Piensa en el cajón de la mesilla. Piensa en los papeles. La carpeta de Triste.

Triste dibujó girasoles. Triste dibujó macetas. Triste dibujó los ojos de Caótica, y en el dibujo de Triste parecían tristes. De pestañas largas. De negro, de negro como los ojos de una adolescente. ¿Cuántos años tienes, Caótica? Tengo muchos. Y aquí llevo las uñas negras. Y aquí estoy desnuda, y abro las piernas, y mis pechos son albinos. Triste, este dibujo no lo conocía.

Caótica, ponte así. Dobla la boca. Quítate las gafas. Quiero saber qué hay detrás. Quiero saber, un momento... Sí, saber cómo pintar tu mirada que me mira. Y ese brillito de ahí. Eres de carboncillo.

Caótica se tumba. Caótica en silencio.

Años. Años en esta cama. Soñando con la hierba. Campo verde, campo limpio. Lejos de los edificios. Caótica lo sabe. Yo, en realidad, soy un animal. Y aquí no me quieren. Y aquí no me quiero. Tengo la maleta en el armario. La he llenado de ropa, de ropa que no voy a necesitar. Ni a querer. Yo solo quiero, yo solo quiero.

¿La solución es la muerte?

La solución no es la muerte. Pero el niño robó la bicicleta. ¡Mira, robó la bicicleta! No quiero que le pillen. C, que no le pillen. Si plantáramos girasoles, si saliéramos a plantar girasoles. Estoy harta de tanto polvo. De la suciedad, y de que no me veas. Estoy acabada. ¿Qué voy a hacer, si estoy acabada? ¿Qué puedo hacer por ti? Mírate. 

Cuerpo en la cama. Piernas, puente de piernas. Arco de piernas. Cómo saberlo, mi amor. Si poco a poco te has ido convirtiendo en cemento. Y tienes ventanas. Y hay luces que se encienden y se apagan. Ahí, en tu boca. ¿Cuándo dejaste de tener dieciocho años, Caos? ¿En qué momento quitaron el andamio? Te han pintado, no me enseñaron la paleta de colores y se colgaron de tus orejas y taparon todas tus grietas. Sólida, tan sólida. Y mientras, yo.

Quiero plantar girasoles.

Triste, reconoce que no puedes más conmigo. Que quieres, en el fondo, que coja la puerta. Y que sonría al irme. Que no haya consecuencias, que la casa no me extrañe. Va a crujir. Sin mis manos va a crujir. La casa respirará, como en el libro que odias, y yo no estaré, como en 62. Caótica se limpia la cara con los dedos. Caótica se sienta y esconde la cabeza. Caótica, tercera persona, asco prematuro. ¿Cuándo dejé de tener dieciocho años?

Y ahí tu antena rota, rota por alguna tormenta que no he visto. ¿Por qué no la he visto? Tu antena rota. Tu antena rota no recibe mis señales ni mis llamadas ni mis llamas, y por eso estás así, y por eso no me ves. Ni me buscas. Niña, mi niña, ¿lo han habitado todo?

Triste quiere tabaco. Triste emprende acciones. Triste pone música.

Oh, my god, I feel it in the air...

¿Quieres cenar?

Caótica no habla. Caótica se lame la rodilla. Caótica quiere llover o llorar o derretirse.

No cocines. Chino.

Rollitos de primavera y arroz tres delicias y pollo con bambú y setas.

Como cuando me querías.

Triste, en la cocina, busca papeles. Hojas del médico y facturas y bocetos. Bocetos viejos. Que no acabaré jamás, nunca jamás, y que debería tirar, pero si Caótica quiere chino, si ella quiere cenar chino, qué puedo hacer yo. Quiero plantar girasoles.

Triste llama. Caótica se apaga.

Ven a ver una peli, porfa.

Sofá. Manta (manta, siempre la maldita manta, siempre el tacto maldito en mi maldito cuerpo. En mi maldita piel que ya conoces, que ya conoces tanto). Un segundo sin música y después anuncios, disparos, sexo. Y Tres Colores: Azul.

¿Crees que para hoy, crees que esto es para hoy? Voy a irme, Triste, y tú ya no me quieres. Me aprieto contra ti. Como cuando me querías. Calor y olor y la crema que te compré en The Body Shop. Adecuado cacao para tus adecuados ojos. ¿Te olvidarás de ese olor, Triste? De nuestro olor. Nuestros olores que se mezclan ahora y mis ganas de llorar. Tus ganas de llorar. Antes de que los girasoles se sequen y tengamos que comérnoslos. Antes de que me duerma. Antes de que llegue la cena.

Caótica se esconde. Caótica se rompe. Caótica, ¿cuándo dejaste de tener dieciocho años?

Y te crecieron cables y mesas y fogones. ¿Cuántas personas hay dentro de ti, cuántas de ellas se están mudando ahora? Fumo. Triste fuma. Soy tu chimenea. Sé que te cansarás. Sé que aún crees que estás sobre plano. Sé que no lo sabes. Yo, aunque quiera girasoles, estoy acabada y devastada y hago crac cuando camino (¿lo sabías, mi amor?). Y qué puedo hacer si lo único que me importa es que no se te caiga la pintura, si lo único que yo deseo es que te llenes de vida y que todos quieran entrar en ti y que tú seas, que tú seas, que tú seas. Te cansarás, lo entenderás. Quiero que seas feliz, aunque tenga que dejar de dibujarte.

Mi niña eléctrica.

Mi niña de hormigón.

Mi niña llora. Mi niña está muy mal.

Cuando me querías. Cuando me querías. Cuando hacíamos el amor sin ceremonias. Cuando me besabas en la boca y era todo el cuerpo, era todo mi cuerpo. Cuando no podíamos dormir. Cuando miramos las estrellas desde el coche. Ese día, Triste. No te importaba mi risa ni mis pecas ni que tuviera siete años menos que tú. Ahora me escupes el mar en la espalda. Y yo solo quiero que, que.

Cama. Tele que vocea. Binoche está pasando las manos por el muro. Triste hace zigzag. Triste se estira. Triste coge papel, carboncillo, fuerzas.

¿De verdad quieres que te dibuje ahora?

Sí, ahora mismo.

Manos. Rápidas manos, pequeñas manos. Mecánica. No, esta vez no. No hay mecánica. Quiero y puedo. Vas a llorar otra vez, pero puedo. Te dibujo con trazos gruesos y ahí está tu boca (tu larga boca), y tu pelo (tu eterno pelo), y las marcas de tu frente (todas las constelaciones de tu frente). Y ladrillos, en tus ojos ladrillos. Para que te veas, mi amor, así de entera. Como eres. Como eres ahora, ahora que ya no tienes dieciocho y que ya no. Que ya no.

Triste.

¿Hm?

Triste.

Voy a quitarme el pijama.

Voy a quitarme el pijama muy despacio.

Para que me veas.

Caótica es piel. Caótica aparece poco a poco. Caótica sin pantalones, desabotonando la armadura. Caótica es: piernas, una rodilla mordida, curva de cárcel, ombligo y después miedo y después dos círculos del color del atardecer, dos círculos en la cumbre de. Caótica es vello suave, pies, súplica.

Si no vienes y me tejes y me destejes, si no vienes y me tumbas contra el colchón y me aspiras con urgencia, si no piensas en aquella vez, bajo las estrellas, si no me miras dentro de los ojos, si no me aprietas la boca con tu boca rota, si no me traspasas el humo a la garganta y tu voz a la garganta, si no me haces girarme hacia el sol, si no me muerdes así, así...

Por favor, no te des cuenta todavía.

Déjame mirarte.

¿Qué voy a hacer sin ti? ¿Qué voy a hacer contigo?

Triste lame las paredes. Triste llega a los cimientos. 

Caótica se arquea. Caótica solloza.

Timbre. No hay respuesta.

sábado, 20 de agosto de 2016

como si echarte de menos, como si pedirte perdón





intenta algo que hagas por primera vez, susurré, y me dijo habla. después besó mis labios.











 

19/99

será más grande que tú y no podrás con ello. te romperás los dedos contra el suelo, morderás los muros, querrás caer. por qué no lo entiendes. no hay más allá, no puedes hacer nada, son demasiadas horas en vela y nada que decir. ¿sufres? sufres. te duele, claro que te duele. es como perderte la noche, no ver nunca la noche porque tú, ah, tú solo sirves para el día. aunque tu hora sea la oscura, aunque tu pájaro sea el mirlo y tu color el amarillo. no, no es lo mismo. crees que es lo mismo, pero nunca ha sido así. todo este tiempo has estado mordiendo cristales. masticando cristales. y ahora, justamente ahora es cuando abres los labios y sonríes y descubres que tu boca está llena de sangre. justamente ahora es cuando escupes vidrio y lo pisas y no puedes esconder las huellas en el suelo, las huellas en el suelo de tu casa. sí, es ahora. llevas tiempo evitándolo pero es ahora. no se puede luchar contra los relojes, es imposible, por mucho que te rebeles contra ellos y que los atravieses y que los pises, por mucho que los odies. y al subir al taxi mis palabras son vapor de cristal: no sirve de nada odiar el tiempo, y tampoco sirve de nada, tampoco sirve de nada este sentimiento que te supera y te supura y te recortaporlosbordes. mírale a los ojos. es más grande que tú, pero mírale a los ojos y dile quiero salvarte, quiero acabar con ello, quiero sacarte de aquí (dile sálvame o cómeme o espérame, espérame). que sea cierto el jamás. que no lo sea, aida, porque te están sangrando los labios. masticar cristales, tragar cristales, sentir cristales. por qué no lo entiendes. por qué no lo entiendo. relax, entertainment. ¿esperarás a que venga la tristeza, a que te sangren las manos y venga corriendo la tristeza? vendrá la muerte Y TENDRÁ TUS OJOS. ahora tienes que contradecir a todos los poetas. tienes que hacer polvo sus palabras y quemar los libros. tienes que dejarlos. los poetas no saben vivir, no saben sobrevivir al tiempo, a esto que está aquí y que no es de nadie. no tiene nombre. tiene tu nombre. pero no está marcado, no se ve, solo lo sabes tú, y ahora. ahora. ahora. mis gritos envasados al vacío reventaron al fin. necesito una puerta o un laberinto o un agujero. necesito salir. no quiero admitir que aquí me duele respirar. no quiero que me vean con los ojos hinchados y la cara morada y los labios blancos. no quiero que se enteren de que hace tiempo que hiperventilo. poco a poco, poco a poco. porque no quiero, porque no puedo gastar mi oxígeno. porque tengo, aquí dentro, las horas contadas. porque siento que tengo, contigo, las horas contadas. y que ya no, que ya no.

oh, cállate.

miércoles, 17 de agosto de 2016

m

si hay veinte mil personas en mi pecho, si hay veinte mil personas cargando carteles y silbando un himno en mi pecho (es take five, juro que escucho take five y que toso, toso un poco para que se callen), si hay veinte mil personas rodeando mi corazón con una cuerda y mirándose, entre ellas mirándose, en cadena mirándose, si hay veinte mil personas llorando en mi pecho, veinte mil personas apoyadas en muros, veinte mil personas que visten jerseys enormes y botas sucias, si hay veinte mil personas llevando zapatos en el borde de mi pecho, si hay veinte mil personas roncas que gritan y jalean y me esperan en mi pecho, que hacen fuerza para que yo me reúna en mi pecho, para que entre de lleno en mi pecho y me doble como un anzuelo, hacia dentro como un anzuelo, si hay veinte mil personas que quieren cambiar mi forma, hacer que deje de mirar a mamá en la cena, que no me coma las papas con carne (que no coma carne, que no coma nunca más nada que lleve carne), que deje de cantar hacia la nada, hacia los ojos de la nada, si hay veinte mil personas en mi pecho, si hay veinte mil personas

y a esta ciudad le faltan mis ojos que la miran, el calor de mis ojos que la miran, si a esta ciudad le falto

yo

y si todos sufren por mí

así me siento: todos sufren por mí

martes, 16 de agosto de 2016

42


Ten la edad de los perros. No ames. Protégete de ti y de los otros y sé siempre la niña virgen que esperaba un beso. Quince años, tenías las manos agarrotadas a los quince años, paseabas por la calle y había en ti un eco lejano, algo que iba más allá de tus ojos brillantes y del recuerdo de lo que habías hecho durante la tarde: comer pipas, reírte, beber alcohol barato y mirar a alguien de reojo. Ten la edad de los perros. No eras nada. No te obligaban a ser nada. Sí eras, la clave es que sí eras. Eras pero no te hacían sufrir ni pedían de ti un cielo cargado de nubes. Eras pero ibas a ser y eso era suficiente, siempre era sucifiente mientras acercabas a tus labios el primer cigarillo (siempre era el primer cigarillo) y sorbías y tosías y maldecías a quien te lo había dado. No ames, pero date cuenta dentro de años de que sí amabas, de que sí había algo en el fondo que era parecido al amor o al deseo o a cualquier cosa. Distráete, fíjate en cómo amanece (es tan bonito ver amanecer desde la playa cuando tus padres no saben que has dormido ahí, si tienes la edad de los perros), ten frío y ten calor y muérdete. No pienses el amor, vívelo. Sí, la edad de la nostalgia. ¿Qué me pasa? ¿Qué me pasa hoy?

Voy a esconderme. Voy a pensar en mí y a ser lo que soy. Siempre tuve la lágrima escondida en el ojo, pero no así. De otras formas, pero no así. Soy la misma, en realidad siempre he sido la misma, y eso me duele y me enorgullece a la vez. Quiero escaparme de esto. No de mí, sino de esto.

Siento, Aidita pequeña, que cada error pesa sobre mí como una bolsa de cemento.

Sientes, Aidita pequeña, que no te va a pasar nada nunca.

Y a mí tampoco me pasa demasiado.

¿Cuánto dueles, cuántas veces dueles? Creo que lo justo sería que yo

(No hay final. Claro que no hay final)
 

sábado, 13 de agosto de 2016

080

Quiero inventar para ti un ser nuevo. Que piense como yo y que te mire como yo (y que me tenga dentro, sintiendo desde el tacto con la piel y el olor con la nariz y las palpitaciones, mis palpitaciones, sus palpitaciones secas). Pero un ser nuevo, construido a partir de todas las cosas que amo: copio, pego, recorto, me hago con lo que sobra de mis labios. Con mis esquinas, mis esquinas concurridas y torcidas, mis ojos como el beso de una flor fluorescente. Dos voces: una para el mundo y otra para el amor (salir del mundo y entrar en mi casa). Quiero inventar para ti un ser sin fisuras. Sin dolor, sin dolor y sin ojos que se balancean hasta el techo y observan el techo y beben agua de la lengua del techo. Yo y no yo. Yo, yo revolviéndome dentro de mi cuerpo, yo empujando para salir y saliendo. De espaldas saliendo. Quiero ser un árbol en el centro de mi pecho. Sorprenderte si de pronto mi ser nuevo se agrieta, si se me tiñe la piel de rayos o si me confundes con pájaros en la antena parabólica. Guardar de nuevo ese dolor y que mires, que contemples mi nuevo cuerpo (el mismo cuerpo, pero derecho) sin el grito, el llanto, el agujero apuntalado al cuello de mis piernas.

Me gustas con dolores, llorando en la cama, retorcida. Me gusta la esquina de tu espejo. Me gustas completa y figurada y esparcida. Eres, eres, eres.

Silencio. Soy un árbol, soy un árbol diagonal. 

Soy un tic-tac y hago tic-tac. Ponerme en hora. Muerte.