¿Qué significará el tiempo sin relojes?

miércoles, 30 de diciembre de 2015

edificios interiores


did you think i was a city
big enough for a weekend getaway?
 rupi kaur


soy una ciudad de muecas contraídas. todos mis habitantes han muerto, pero siguen hospedándose en las cocinas y limpiando el baño con lejía. se queman las manos, se queman las uñas y los dedos y la piel y por eso están tan muertos. soy una ciudad ancha. tengo calles y bares y también escuelas, prostíbulos, comisarías: tengo habitaciones con paredes llenas de cuadros y colillas en el suelo y cucarachas que escalan convencidas hacia la lámpara. soy una ciudad cerrada. hay mil edificios por estrella. hay mil habitantes por edificio. hay mil trenes por habitante. soy una ciudad y huelo a humo pero soy una ciudad limpia, prometido, es solo el tabaco de los muertos. edificios: primera planta, las niñas chillan a los niños; segunda planta, se seca una maceta de cilantro; tercera planta, hago el amor conmigo misma a través de dos habitantes muertos con derecho de ciudad; cuarta planta, leen a cortázar; quinta planta, planchan; sótano, ¿qué pasa en el sótano? soy una ciudad de grietas y por las grietas se oyen gritos y cantos y disertaciones sobre gotas. llueve todos los días a las once menos cinco, el sol sale a las tres, hay tormentas microscópicas en todas las cabezas de todas las antenas de todos los edificios de mi ciudad en ruinas. las señales me recorren con los párpados abiertos. no hay viento ni ruido y de mi piel brotan los armarios donde los muertos recogen desnudeces combinadas con el clima.

soy una ciudad de brazos y piernas y labios y ventanas abiertas. los rascacielos me hacen daño en las costillas. en las azoteas hay mensajes para mí: por favor, cállate. por favor, llora. por favor, licencia de obras.

martes, 29 de diciembre de 2015

cosas


me busqué entre tus hilos más cortos. los deshice uno a uno y esperé de ellos una cresta. no te besaba para darte calor. yo (este filo de estrella caducada) te besaba para encontrar las cosas rotas dentro de ti (cosa rota) y arreglarme. comprenderte, mi amor, como salvación del abismo. pero te fuiste. pero me dejaste aquí. estoy cosida al suelo, soy parte del escenario como lo son los hilos del cojín y las costuras de los hilos del cojín. cerraste la habitación y yo te espero ahora encima de la cama, jugando a mirarme sobre el suelo, respirando sin problemas en la colcha. me busqué en tus hilos, me buscaste. juro solemnemente ignorar la simetría de los besos, rechazar la simetría de los parques, releer la simetría de mis ojos. mi amor, de mis pechos, mi amor. te prometo que no soy simétrica, te prometo que encontré esa verdad en la punta de tu lengua. tu cuerpo es igual al mío pero no somos iguales a nosotros mismos. tienes prisa. tienes tu pozo de la risa. me tienes dentro, te has llevado mis piezas con tu marcha rota y asquerosa y difícil y mira, mira, sangro por las manos y sangro por el sexo porque ya_no_estoy_conmigo_


Te busco en otros. Los pongo sobre mí y espero una ondulación. Tengo cuidado, no te creas, porque la mayoría son violentos y tristes. Ojalá pudieras ver esos ojos. Me miran como si yo tuviera el cielo, como si yo supiera por dónde se sale de los huecos. Yo te espero, lo prometo, te espero y te busco y solo vivo para eso. ¿Lo sabes? ¿Lo sabes?
 

lunes, 28 de diciembre de 2015

mi cuerpo (este dolió)


mi cuerpo está roto mi cuerpo tiene miedo mi cuerpo marcado a mi cuerpo lo tocaron aquí ves aquí mi cuerpo tiembla mi cuerpo se moja las mejillas mi cuerpo cierra el cuerpo mi cuerpo dice hola mi cuerpo está sucio mi cuerpo se lava mi cuerpo se araña mi cuerpo se quema mi cuerpo se muerde mi cuerpo sangra mi cuerpo llora abrazo a mi cuerpo beso mi cuerpo intento que mi cuerpo 
mi cuerpo no tiene la culpa

mi cuerpo se refleja en un espejo largo mi cuerpo no es ese cuerpo mi cuerpo crece mi cuerpo mujer mi cuerpo estrella mi cuerpo silencio mi cuerpo antes lo miraron otros hicieron crecer a mi cuerpo antes de tiempo a mi cuerpo le dijeron sé mujer a mi cuerpo lo trataron de mujer lo tocaron de mujer mi cuerpo tiene pechos pelo sangre mi cuerpo se cuaja con babas agua semen mi cuerpo se pudre mi cuerpo no quería mi cuerpo llora

mi cuerpo cuchillo lado cama puño agujero movimiento de reloj

mi cuerpo está enfadado mi cuerpo está enfadado conmigo mi cuerpo no me deja entrar en mi cuerpo mi cuerpo tiene cerrada la puerta mi cuerpo no tiene sexo mi cuerpo no tiene amor mi cuerpo no confía en mí porque yo mi cuerpo no me cree cuando yo mi cuerpo es una esfera mi cuerpo es un sello azul y mi cuerpo es la lengua que humedece pero mi cuerpo es un pozo un agujero un hueco mi cuerpo se tapa mi cuerpo se esconde pero mi cuerpo

mi cuerpo no habla

mi cuerpo adiós mi cuerpo cerrado por vacaciones mi cuerpo mi cuerpo mi cuerpo carajo mi cuerpo

martes, 22 de diciembre de 2015

tu sombra


"La sombra de Hélène es más densa que las otras y más fría,
quien posa el pie en sus sargazos siente subir el veneno
que lo hará vivir para siempre en el único delirio necesario"
(Julio Cortázar,
62 / Modelo para armar)

I

Tuve que escaparme. Tuve que coger el bolso y apretármelo fuerte para que no se me cayera nada mientras corría. Nada, no podía dejar en el camino ni un solo libro. Perder un libro es perder el llanto, este llanto ahogado y espasmódico que es mi existencia, que es también la tuya. Yo solo quiero pasar la página, no quemar la página ni arrancar la página ni comerme la página. Pero tu sombra es más densa que las demás, y me estaba agarrando por los tobillos. Me escalaba hacia la garganta. Tú no te enterabas porque fumabas y bebías vino y me mirabas de lado. ¿Cómo iba a avisarte? Tenía el teléfono apagado, los lápices lejos, y de la boca no me salía nada que no fuera una cita, un poema ajeno, todo lo aprendido de otros como si lo de otros fuera poner nombre a los dedos de tu sombra. Sin embargo, tengo miedo de.

II

No te conocen si no han visto tu sombra. No te conocen si no te entienden, y no te entienden si no te han sentido llorar en la parte de atrás de una clase de instituto. Si no han tenido tu nudo en el estómago, tu pinza en la garganta, tu lágrima en el ojo. A mí no me conoces, muchas veces tuve miedo de que no me vieras porque este amor desnudo y calvo y silencioso me desnuda y me arranca el pelo y me quita las palabras. Todas van a parar a la basura. Se quedan flotando en el cielo raso. Podrías verlas, pero fumas y bebes vino y me miras de lado. Y solo me escucha tu sombra densa. Solo tu sombra me oye y me ignora mientras busco la forma de sacarte de mí. Sin embargo, tengo miedo de.


III

Voy a apagar el móvil. A dejar de salir. No: voy a hablar con todos y a salir hasta quemarme. Y empiezo a beber vino yo también, y empiezo a fumar yo también. Me pongo a mirar de lado como alguien a quien conocí una vez. Pienso que soy un espejo, pero un día llego y me miro la cara en el baño y me descubro. Hola, encantada, qué guapa y qué mayor. No era por aquí, ¿verdad?, me digo despacio, este no era mi camino, ya no me parezco a mí, creo que estoy haciendo todos los esfuerzos por ser lo que creía que sería algún día, justo este día, pero hay una fuerza dentro de mí que me aleja de mis actos y que me coloca en otro lado. Y me siento bien con el aire en la cara y los libros más difíciles. Y los periódicos ya no me pasan la tinta, espejito, los periódicos ya no me quieren. El espejo del baño me sonríe y habla deprisa, muy deprisa, tan deprisa como yo cuando no finjo. Eres más barranco escarpado que río de ondas suaves. Sin embargo, tengo miedo de. 

IV

Sé quién soy, pero todas las mujeres han sido siempre tú, todas han tenido siempre las caderas anchas y los ojos rasgados y todas partían con la secreta ventaja de ser como tú la primera vez. Y por algún azar (que no busco comprender, como Cortázar) han andado hacia mí. Vinieron los paseos, las palabras, el momento en que me daba cuenta de que te estaba buscando donde sabía que no podías estar. Ese era el juego: alejarme de ti en tu búsqueda, dejar de pensarte techo o modelo. Además, no te darías nunca cuenta de que te buscaba por ahí, en un brote de los ojos y la cadencia de una voz, de que a veces si venían las risas alegaba que faltaba un fogonazo y me iba muy despacio. Solo corría de ti. De todas las demás, nadadora, me iba deslizándome. Sin embargo, tengo miedo de. 

V

Ya no te riego. Te he dado agua y te he cantado bajito todos los días para que pudieras crecer fuerte y sana. Y tu sombra se ha empeñado en buscar asilo en mis rodillas. Como si no supiera que ahí es donde más me duele. Como si no supiera nada. Y no cede, jamás cede mi parásito caliente, tu sombra-calco-muerte rota, no me da nunca la razón ni me espera para verme contenta o triste o para verme. Goodbye. Voy a empezar con el plan de ataque. Y mi ataque es abandono. Se me permite temblar, pero no volver atrás. Tengo que proteger mi bolso de libros, lo siento. Soy tan joven, tengo tanto miedo de verte y recordar tu sombra opresora y querer volver a cuidarla. Perdóname. He aprendido a hablar desde el alma.

VI

Sin embargo, tengo miedo de mí.
 

jueves, 3 de diciembre de 2015

55


will you still love me when i've got nothing but my aching soul?
y me dijiste que sí
y creí que sí
 

domingo, 29 de noviembre de 2015

cosas que


"tal vez olvidó correr mientras corría"
ana maría iza



Tal vez olvidaste treparme hacia la boca mientras me buscabas. Tal vez te quedaste quieta y torcida en un pliegue de la calle, con los ojos deshechos y la nuca deshecha y rapada. No lo sé. Yo no sé nada, pero creo que olvidabas quererme cuando me besabas los nudos, tierna y frágil, para escaparme. Para hacer que me escapara del frío del mundo y los crueles golpes de mí misma. Cuando ascendías mis piernas hacia el tope. Cuando bordeabas, creabas un camino, seguías una senda sin sendas y me erizabas la piel por debajo de las pieles de niña ilegible. Olvidaste quererme mientras me besabas las curvas boca a boca, paso a paso, mientras creabas en ti un hueco para mí y me escarbabas, me escarbabas con las manos abiertas para hacerme tu casa. Quiéreme, pensaba yo si ascendías a mi sexo, quiéreme. Te quiero así de cómoda, me decías. No era suficiente, te estabas olvidando de la coma más bruta, de la coma más tuya, de mí y de ti y de nosotras. Claro que estaba cómoda, niña, y claro que se me caía la vida de la boca si susurraba, si te mordía las orejas. Pero yo no me olvidaba. Yo no me dejaba caer por el suelo. Hola: quiero saber si tu cuerpo encaja con el mío. Hola: encajamos. Hola: sigo así, sigo así, no voy a dejar de estar porque. Adiós: mentira. Adiós: ya no encajas. Adiós: todas las señales me dicen que me olvido de esperarte mientras te espero. Que olvido pensar mientras te pienso. Que yo no me olvidaba, cariño, del fondo de tu cráneo, del hueco de tu vientre. Hola: me toco los pechos con cuidado y pienso en ti. Con un cuidado dulce, como de cosa rota que no quiere acabar de romperse. Tal vez olvidaste no romperme mientras me cosías las piezas. Cuando tejías mi arco y mis contracciones y esperabas de mí una herida en la boca. Cuando me decías te quiero así, te quiero contenta y sonriente y orgásmica y yo pensaba quiéreme, quiéreme, carajo. Hola: qué desastre. Adiós: qué caos. 
 

lunes, 23 de noviembre de 2015

conclusión de días sin diario


Conclusión de días sin diario: empiezo a echarme la culpa. Beso bocas abiertas. Inventamos todos juntos un lenguaje sin palabras, de breve una a, casi una u seca y tenue. Los labios se me estrellan en los ojos. Estoy ciega. Me emborracho de salivas y las manos rodeando cuellos, gargantas, yo anillo de saturno. Conclusión de días sin diario: no puedo escribir. Necesito demasiado las bocas y el impulso, la pulsión fría de morder y contar secretos sin saber que hay secretos. Me vuelvo suave y no escribo. Ya no hablo, ya no nada. Dónde estoy. Y escucho con voz de caricia y ando con paso de cosquilla. Conclusión de días sin diario: me dejan marcas, heridas, uñas de caminos y grietas en la boca. Me dejan triste y tirada y me quitan todas las sábanas. Pero yo les peino con las manos y les beso el eje. Que sabe a sal y a estrellas. Que huele a pez y a vino. No saben lo que hacen, señor, no saben lo que hacen. No llevan, como yo, días sin diario. No llevan, como yo, los besos colgando a cachos. Conclusión de días: es mi culpa. 

sábado, 21 de noviembre de 2015

449


"A veces tengo la sensación de que todas las personas a las que he conocido desde que vine a Japón, incluyendo a Otohiko, son un poco insustanciales. No me siento identificada con ellas. Siempre he pensado que las personas eran más extrañas, deshonestas, desordenadas, viles, nobles, en fin, que tenían muchas más facetas. Que la vida era fantástica, y el amor, algo maravilloso. Yo soy, según la ocasión, femenina, fuerte y frágil, capaz de pelearme con alguien, gritando hasta quedarme ronca, y, acto seguido, de mirar juntos la luna cogidos de la mano. De experimentar cada día sensaciones diferentes haciendo las mismas cosas. De llorar y de dar miedo. Pero sigo siendo siempre la misma. Cada vez que salgo a encontrarme con alguien que me gusta, no importa quién sea ni cuántas veces lo haya visto, me arreglo con cuidado. Yo no pienso, sigo mi instinto -dijo Sui, y añadió con una sonrisa-: Enamórate perdidamente otra vez. Me gustaría enseñarte, pero soy de tu mismo sexo"
Banana Yoshimoto (N.P)

miércoles, 18 de noviembre de 2015


Soplé las dieciséis velas con tu brazo recorriéndome el cuello. 

Hoy no tengo nada más que decir.
 

espejo boquiabierto


reflejas mi sexo/como un espejo/solo por ti sé/de mis labios/y la tersura espesa/del beso quieto

lunes, 16 de noviembre de 2015

beso de tristeza


mírate tristeza cómo vienes el pelo sucio las manos rotas la boca abierta a qué a que te bese con los labios prietos no y un color de estrella en la garganta no está lloviendo tristeza y tú sin paraguas eres tan chiquita a veces tan grande tienes una esquina de paz entre los dedos y me tocas muy suave me tocas el cielo de las piernas y esos ojos de centella esos ojos de chispa fuego combustión no me mires así no me mires tan triste tú ya no estás tú ya no estás conmigo no más besos de triste comprensión no mas dedos de huella ya tengo tu forma clavada a la mía ya tengo el doblez de tu cuerpo limitando mi ángulo y no tristeza no ya hemos dejado claras las normas: si me quieres déjame sola si me quieres deshazte de mí _pero no me extraigas/esta voz de llanto sin cabeza_ no ves que yo sin ti ya puedo no ves que yo sin ti no puedo que se me estruja el suelo que me caigo que yo sin ti soy demasiado yo demasiado siempre y mírate tristeza cómo vienes la boca abierta la piel de un beso la muerte cerca

vete

ya sé que no me quieres pero vete
 

cartas a


Julio, querido amigo:

Nadie más va a comprenderlo, sabes, es una cosa tan sucia y tan lunática que pienso, ahora así con los dedos, que solo tú vas a ser capaz de asentirme desde el otro lado y decirme todo está bien. Aunque no, aunque la cosa no va así tampoco, porque tú ya no estás aquí para pisar la tierra y hacer la tierra y hablar para la gente con ese frenillo y ese acento de llevar tanto tiempo entre franceses. Verás, Julio, es feo tener esta burbuja. Es como una capa que se sale de mí, que viene de mí porque yo la he pensado y yo la he hecho y yo la sostengo con la fuerza de mi centro, yo la sostengo con una idea tenue y loca que no puedo entender. Y yo odio esa burbuja, no la puedo soportar. Pero sigue ahí, sigue ahí estrujándome y haciendo que me quede quieta y lejos de todo. Estoy así, amigo, estoy así y a veces la rompo con la punta de un dedo, con la filosa punta de una uña, y la burbuja se revienta, plop, y estoy yo ahí plena y me llega todo el aire del mundo y las piedritas me hacen cosquillas en los pies. Descalza hasta el alma, Julito, descalza de repente por todo y para todo, y ando por una playa enorme y es la arena, y es una ola, y es el frescor del agua chocándome contra los dedos y haciéndome sentir viva. Es maravilloso, tú entenderás que lo es. Pero entonces. Entonces veo algo o siento algo, no lo sé, algo morado, algo sin forma, y me sale otra vez la maldita burbuja, la maldita burbuja del centro de las sienes hacia todo mi contorno y más allá, siempre más allá. 

¿Qué hago, Julio, qué hago para ser otra vez? ¿No soy, acaso no soy ahora, ahora que te escribo así agarrotada y con las piernas desnudas, largas y desnudas y unas uñas rojas de punta? Con la mantita roja y la almohada azul y mi pared blanca toda llena de recortes de revistas y poemas. ¿Por qué tantos poemas? ¿Por qué tanta palabra? Eso solo tú lo entiendes. Y tus libros y tus dedos llenos de tinta y tu barba irreverente. Y una piedra en la voz y una cosa así rasgada y ahora soy yo, ahora hablo de mí y de mi boca valiente. Eso es lo que tengo, Julito: labios bravos, labios con grietas y ya no quiero más palabras escondidas quemándome la garganta. Ya me duele. Ya me golpea el alma desde dentro, toc toc toc, la puerta de mis dientes. ¿Lo entiendes? Todo tiene una burbuja alrededor, esa es la idea, y desde dentro la idea teje y teje para que no reviente. Plop. Solo plop. Alegría. Las copas de vino. Las faldas largas. El papel. Mírame, mírame ahora, porque tú eres el único que puede hacerlo y por ahora el único que puede entender por qué tienes que hacerlo: los pies, los burbujeantes pies que tienen siempre una pátina de jabón o cristal, o cristal o qué. ¿Qué hago, Julio? Caminar. Caminar siempre. Aunque los pies no lleguen al suelo. Aunque patine, aunque me despeñe, aunque me duela. Caminar. A lo lejos. Con la vista perdida. Hacia donde yo quiera. Lo entiendes. Sé que lo entiendes. No pensar en el tiempo, ¿no?, aunque el tiempo sea como un ciempiés horrendo. No pensar en el tiempo pero sí en las lunas y en los soles y sí en los ciclos menstruales y las partes de los sueños. Y alcanzar. Y ser. Ser, ser, que vale tantas veces más que tener. Ser. Y todas las palabras y todos esos poemas en la piel de la pared.

No es una cosa tan sucia, Julito, pero sigo creyendo que más allá de ti nadie va a entender este brote. Puedo equivocarme, al fin y al cabo solo tengo 20 años y me paso el día equivocándome, pero por ahora solo una habitación pequeña y una cama con la manta roja y mis piernas desnudas y bocas valientes. Soy fuerte. Tú sabes que soy fuerte. Precisamente, querido amigo mío, precisamente porque sé que es el momento de reconocer mi parte frágil y darle cariño, el momento de saberme líquida y quererme así y recomenzar una estrategia libre. Es el momento. Gracias, Julito.

Con amor y paz,
Aida 
 

domingo, 8 de noviembre de 2015

cosas


Yo era tu única familia, y nos reuníamos en navidades clandestinas para comer los rayos de la luna y ver pasar los caramelos del tiempo. Como jirones de nosotros sin nosotros. De fiesta dos cafés con leche (yo no había maquinado este miedo visceral a la láctea inconsistencia de los líquidos). De nochebuena un dónut como las flores del jardín vestido de gala y las señoras con abrigos de visón y tacones para hacer crochet con las estrellas. Nosotros colocados como mapas y hechos muerte. Dolidos por el negocio del oro y los bordes de las cosas. Yo era tu única familia un veinticuatro de diciembre solitario. Sin enganche de ojo ni salida más allá del triste canto de las cucarachas. Nada que no fuera café y un tupper lleno de comida en el maletero de tu coche, que vivía todavía. Sabías que la familia es para siempre solo por los crueles nudos de la sangre. Nudos que tú y yo no encontrábamos más que en una porción del estómago, de la médula espinal. Ahora los bordes de las cosas han traído a mí un camino lejos de tu risa risueña y tu octava pieza. Y adiós, me dices. Adiós por todas las cosas que bebimos en esa navidad clandestina, a mediodía y sin manteles de algodón (tan solo el villancico de tu lengua). Yo me había escapado para estudiar los astros y tú venías a hacer un recado. La única excusa para juntar las tazas los dos solos cuando yo era tu única familia.

mujer filosa



para, sobre y a
Andrea Abreu López


I

17:20

Estoy sola en esta guagua-letanía. Dispuesta, cómo no, a encontrarme con otros que no son tú. A ir en coche y hablar de nada y a reír por nada y sentarme sin sustancia en sillas que seguirán vacías. Las mismas, las mismas que tú llenabas. Y me dejo la grieta tras el labio. Y así. Mi cuerpo es un extraño y está loco. Te busca: un abrazo de juego, un hilo que se engancha, el ojo que lo cuenta todo. Puntos de encaje, filosa mía, puntos de comienzo. Me duele la sangre. Y no saben, esos otros no sabrán jamás que me deshago. Que el tiempo ha acelerado y me corre la sangre desde el vientre hasta el sexo. ¿Dónde estás? Lejos. Libre. Y yo aquí, sobre estas ruedas.
 
II

17:29

Espero las sombras. Espero a las sombras de los otros y sus dientes malvados de conjuro. De conjuro social, de ven y no seas tú, oremos todos hermanos por el alma de la chica del pelo rizado. Qué pelo ese, qué desorden. Oremos todos hermanos por la vida y no oremos por la muerte. Y me acuerdo, recuerdo una charla y aquel primer momento de obsesión. Y tú con tus ojitos risueños y tu flequillo corto y tus manos afiladas. Y tú con tu amor a la vida y tu existencia y tu dolor así colgado de la boca. Sin conjuros, niña, sin conjuros de sucia sociedad y burrocracia. Tú y yo enganchadas a la esquina del cielo y al té de canela. Y esto no, esto sí que no: los otros que vienen, los otros que me placan, los otros y el dolor en un ovario. Secreto dolor en un ovario.

Otros: estoy dispuesta a recibir un beso. Pero una palabra. Jamás una palabra.

III

19:55

No estás.

IV

19:57

Oigo poesía y no sé dónde meterla.

V

23:08

Hablan. A pares. Cerveza, café, café, cerveza. Dos y dos. Yo hablo, me callo, hablo conmigo. Y siempre el mismo recorrido, siempre terminar en la misma mesa de la misma cafetería, la taza cerrada, el cuerpo en pausa. La misma gente no, la misma gente nunca. Y hoy nadie, hoy nadie.

Un mosquito.

Y alguien, a mi lado, ejecuta la humana sentencia de muerte. Plas. Me llena los oídos. Plas. Muerte. Muerto el mosquito, se acabó la paz.

Yo me cierro.

VI

1:54

El filo filoso del ojo. No te curves, no te curves: sigue tu defecto, haz lo que siempre quiero odiar. Haz que me odie, haz que yo no quiera ser más yo pero que en el fondo, en el fondo letal y triste, mis manos saquen de mí una yo tan tenue. Que esté orgullosa, carajo, de ser todo aquello que no quiero. No ahora, no ahora. No ahora esta amenaza de círculo y mirada igual. No ahora este dolor acompasado al resto. Mujer filosa, estás tan lejos. Mujer filosa, estoy tan sola. 

VII

2:13

No me duermo, no me duermo y repaso el día y en todos lados una sombra. Sombra de ti y de tu ausencia. Utilidad de mi vida sola. Partes de mí como una flecha: señalas al horizonte y son las olas, las olas sucias las que tienen el camino. Y hacia dónde.


martes, 3 de noviembre de 2015


















todo irá bien

lunes, 2 de noviembre de 2015

de mí sin ti



Estoy perdida. Y las salas vacías y las pruebas de sonido. Y tú, que ya no estás. Y tú, que nunca te fuiste. Es eso, ¿no? Que estamos y sabemos que no. Que estoy perdida, que no sé dónde estás. Que yo no creo en nada de eso, pero cuando estaba contigo sentía que no podía pasarme nada. Que podía con todo.
Yo antes podía con todo, ¿verdad? Y ya no puedo conmigo.

viernes, 30 de octubre de 2015

0


Y tú, que nunca aprendiste a deshacerme el nudo de la falda, te quedaste aquí como el primero. Yo te quise, te quería, y me moría por extenderte los dedos en la espalda y comenzar. Había en nosotros un roto, una cosa disfuncional que lo hacía todo mejor, más alto, algo que te hacía sonreír mientras el aire se escapaba de tu boca. La grieta entre tus dientes, mi amor, era lo único que me salvaba de mi casa. Si todo se caía a cachos, tú aparecías con la boca abierta y esa peca y la ropa interior levantada como un sueño. ¿Te acuerdas, te acuerdas de cuando morían los mosquitos? Y yo quería salvarlos, pero no podía dejar de decirte que estaba enamorada de tus manos grandes. Tus manos, tus manos locas ascendiendo por las rectas de tu cuerpo solo para que yo, yo, mi falda anudada, te viera respirar a ciegas. Nos gustaba tanto mirarnos. Nos queríamos tanto entonces, cuando yo escogía un sueño y me lo dibujaba entre los muslos, y tú sonreías al verme sonreír mientras subía sin ti. Pero la soledad era tan grande.

Tan, tan grande. Nunca aprendiste a deshacerme el nudo de la falda. Nunca me esperaste, nunca me intentaste. Lejos, el cielo me hablaba de ti: me pedía que lo dejara todo así, que no llorara, que me guardara los nudos dentro del ombligo y te dijera que. Éramos tan chicos. ¿Cuántos años tenía yo? Tal vez quince. Tal vez ninguno. ¿Y tú? Ya no lo sé. No había edad si te rompías, no había años si me decías que querías mirarme y pensarme sola, sola en casa como las niñas malas y las cosas que no encajan. Ha pasado el tiempo y ahora la soledad es más pequeña, pero ya no te tengo aquí. ¿Dónde estarás? ¿Piensas en mí, piensas que ahora sí que estás solo porque no te miro? ¿O hay otros ojos, otras manos, otros dedos lanzados al espacio? Tenías un cielo tan bonito. Unos ojos limpios. Sucios de repente. Todo nublado de pronto. Yo te quise, te quería. Sobre todo entonces.

Pero tú. Tú nunca aprendiste a deshacerme el nudo de la falda.
 

bloq


Bloqueo.
Cierro los ojos. Cierro las manos. Me cierro.
El tiempo llueve.
Soy un bloque de mí y tengo cien mil nudos en la boca, cien mil nudos que me aprietan y tensan las cuerdas vocales y no me dejan hablar, no me dejan callarme, nada. Solo esta voz de llanto sin cabeza.
Cuadrada. Ilegible. No tengo nada más allá de mí. No hay tiempo, no hay aire, el suelo se hace de mí y la pared soy yo y me hablan, me hablan todos pero son yo con los labios cosidos y los oídos curvos, y con los ojos rotos y el cuello desgajándose hacia.
Hacia. Hacia mí. 
Alejandra: las lilas se me caen de las manos. Alejandra: los cuerpos no anochecen. Alejandra: estoy cansada de ser.
Y me hablan, y me hablan, y me dicen. Y me juzgan. Muévete. No te quedes quieta. No hay más tiempo.
A veces no puedo moverme.
A veces me paro y me ahogo y es el peso, es el peso de ser todas las cosas que veo.
Bloqueo.
Soy un edificio cerrado.

Y no sé si yo soy yo.
 

44


(y mira que creía/en los dientes amarillos/las tazas rotas/los azulejos/en mí/animales ciegos/en el centro del pecho/un cajón/de narices/para cambiar/cómo respiro/yo/yo/yo/y ahora que me he ido/ahora que ya/no estoy/no sé cerrar los ojos/para buscar entre las capas/y capas/de mis dedos/    pero golpeo las ventanas hacia dentro    /y me pongo esférica/contengo el viento/toco/los bordes/lo más bajo/y ya no estás ya no vives/conmigo/ya no llueve en tu espalda/ya no lluevo/en tu espalda/canción deshabitada/y mira que creía/en el cuello de mi razón/en ti/y en mí/    pero ahora golpeo las ventanas hacia dentro    /como si los ojos/se curvaran/y dejaran hueco/para ser/otra vez/y animales ciegos en el centro del pecho/y tú/que ya no estás/conmigo)

a ti,
que ya no me esperas.
a mí,
que ya no te espero. 
 

domingo, 18 de octubre de 2015

nadadora


Sí. Pero yo pongo nombres porque lo necesito. Mi vida es dar palabras a colores y pinzas que no veo y que no siento. Ahora fumas, y no me entiendes. Creo (siempre he creído) que un espejo debe comprender. Es lo único que queda cuando buscas la mirada desde la que miras.

Creí ser como tú solo porque quise mirar desde tus cuencas.

¿Comprendes?

Sé que no.

Sigue fumando. Tal vez, en algún momento, una partícula de humo y de pulmón entre en mi nariz. Sigue así, que yo me muevo lejos. Porque un día me paré y me vi caótica y me di cuenta de que no teníamos nada que ver, nada, nada más allá de un rasgo común sobre los labios y un libro que queríamos quemar. Tengo diarios llenos de pequeños apuntes sobre ti. Hojas que te cuentan. Siempre pensé que hablaban de mí, de mi cabeza por dentro y de los sueños de mis sueños. Pero tú. Tú eres el ojo de mi lápiz. Y si te puse nombre fue porque siempre, siempre, siempre lo necesito. 

Te encontraba en todos los espejos. Ahora, aunque escueza, solo te veo en los muros. 
 

jueves, 15 de octubre de 2015

la vida en las agendas


la vida parece tan sencilla en las agendas - frase que apunto con el corazón en los nudillos. pasar las hojas de una agenda debería contar como terapia anti-terapia. y eso que nunca me he comprado ninguna, mira, y eso que siempre cojo las de los demás y empiezo a hojear y me siento mejor hasta que me cruje, hasta que me cruje el cráneo. las vidas de otros parecen tan sencillas - lápiz, lápiz, coge toda mi sabiduría y haz que el profesor se calle. las vidas de los otros, sus agendas, parecen sencillas - médico 16:00, natación los miércoles, comida para el gato. importante: cambio de horario. la cuadrícula es sencilla, el plan está claro. las hojas se pasan y son semanas, ¿ves?, es fácil, fácil, pero no apuntes que hoy el día es triste, que te sientes mal, que estás agobiada. no escribas el grumo en las pupilas ni la tierra descompuesta ni que echas de menos a tu mejor amiga (que está de erasmus en italia y es feliz). pero mi agenda es mi diario y es mentira, es mentira, la vida parece tan sencilla en las agendas - descanso 17:00-19:00, y no permiten la curva del cansancio ni el tacto de la manta cuando estás tirada en la cama, ni que estar tirada en la cama signifique algo. trabajo, trabajo, vamos, citas, téjete, arriba. tienes que debes y no puedes no lo apuntes di que puedes: di que mañana hay eclipse de luna, cállate la cara de tu cara, los ojos con los que vas a mirar el escondite o el cielo raso. no, no que vas a reírte, no que te vas a estrellar, no que no quieres seguir, que estás cansada, que quieres cambiar de vida, que todos los planes apuntados en la agenda son tu cárcel. la vida parece tan sencilla en las agendas - eres tan difícil, tú eres tan difícil, tú que no eres médico 16:00 sino mirar la pared antes de que se derrumbe el techo
 

domingo, 11 de octubre de 2015

de ti y no de mí


"No quisiera que lloviera
te lo juro
que lloviera en esta ciudad
sin ti
y escuchar los ruidos del agua
al bajar
y pensar que allí donde estás viviendo
sin mí
llueve sobre la misma ciudad
Quizá tengas el cabello mojado
el teléfono a mano
que no usas
para llamarme
para decirme
esta noche te amo
me inundan los recuerdos de ti
discúlpame,
la literatura me mató
pero te le parecías tanto"
Cristina Peri Rossi


Chica de ojos lluviosos, quiero mezclarme con tus charcos. Ser agua de tu agua, sentir tu respiración clavada en la piel, nadar. Dejar de verte lejos. Fuera de mis manos. Tejiendo la noche, clavándote en el pecho una luna más azul. Siempre te espero más allá, más difusa, menos clara. Nunca seca, nunca jamás seca. Eres húmeda como una llama en el vacío. Tienes un paisaje de estrellas en la boca. Me he dado cuenta de que esta noche solo me apeteces tú. Y todo el aire, todos los goterones de esta lluvia nocturna (hoy hay tormenta, hoy todo está lleno de gatos), todo me desinfla. Solo me apetece un beso en la mandíbula, un saxofón triste. Y no. No, jamás los labios cerrados y el sonido del cielo. Ahora solo las nubes llorosas, solo agua sin buzos ni estrellas rotas de mar. Y a ti se te estará perdiendo la sonrisa en alguna parte, y tus manos tocarán madera y el tiempo se mezclará con la luz en el hueco de tu ojo izquierdo. Clávamelas. Clávame las comisuras de tu boca como dos agujas, dos pinchazos inalterables, irrevocables, hasta el fondo de las venas, de mí y de mis edificios interiores. Estoy aquí. Llueve, llueve como si los locos planearan la noche, llueve hasta el asco, y Tulsa me canta. He andado esta noche paseando por tu pelo/y he descubierto que cuando duermes/destruyes agujeros negros. Soy solo un punto, una gota más de agua. Pero ojalá nadarte, ojalá entre la tormenta, ojalá tus dedos de romper la grieta del cielo y salir de casa sin paraguas. Adiós, paraguas, adiós: ya no quiero salvarme de lo húmedo, soy ahora patrimonio mojado, ahora me cala este río vertical hasta el esqueleto. Y que el sol no salga si no hay chica de ojos-lluvia ni voz quebrada ni flores que se abren para ojos que no son los míos.

(hoy me siento muy peri rossi. primero vino esta lluvia,
después el ahogo de verte llover. el poema, hace un momento,
me quebró hasta los tallos de los tallos. es uno de mis
poemas favoritos en el mundo. es uno de los poemas más
tristes de mi estantería. esta nota no tiene sentido,
y tampoco lo tiene ninguna de las demás. lo sé. lo sé.
yo no tengo sentido. esta lluvia, carajo, no tiene sentido.
tú, finalmente, tampoco tienes ninguna clase de sentido.
pero te escribo. hoy te he escrito.
 sé que sabes que te he escrito.
llueve.
te reconocerás aquí dentro)

 

por qué

"por qué ya no os conmueven los partos de los animales
por qué"
maría sotomayor


Por qué besar el aire. Por qué estirar los ojos. Por qué marcar los rayos, por qué trepar las piernas. Por qué trabajo, por qué antinatural. Por qué los coches de lata, por qué ramos de flores muertas. Por qué uñas tan largas, por qué móvil nuevo. Por qué mass media. Por qué temer al tiempo. Por qué saturarme la garganta, por qué querer volar como un avión. Por qué no como un pájaro. Por qué dientes nuevos, por qué fundas más blancas. Por qué un ensayo sobre la expansión del mercado. Por qué no un poema. Por qué guardarse la risa, por qué choque con lo real. Por qué vestidos de gala, tacones, compresas. Por qué la sangre. Por qué tocar al viento. Por qué esconder los ojos, por qué temer las bocas, por qué morder los dedos. Por qué ansiedad. Por qué clases, por qué llegada, por qué la puerta. Por qué capital, terreno, ahorro. Por qué pobreza. Por qué tristeza. Por qué ataques al corazón. Por qué atacar a un corazón. Por qué contar las veces, por qué no ser la ola, por qué escaleras. Por qué hombre, por qué mujer, por qué amar un sexo. Por qué lo duro o lo turgente. Por qué sin muslos. Por qué menos barriga. Por qué me escondo. Por qué no ser. Por qué photoshop, cremas, tijeras. Por qué ego, por qué belleza, por qué un canon. Por qué amor. Por qué no amor. Por qué violencia, violación, agujeros. Por qué remendar lo roto, por qué coser los labios, por qué silencio. Por qué invisible. Por qué esconder los pliegues, las heridas, el eje. Por qué las lágrimas. Por qué todos esos rostros sin cara, por qué no carcajadas que no acaban, por qué la tierra y no una luna desnuda. Por qué no cerrar los ojos, cruzar el puente y recomenzar: por qué ser más que esta lengua húmeda.


sábado, 10 de octubre de 2015

sin título (para qué)


"I'll always remember you like a child, girl"
Wild World - Cat Stevens



Mira: yo sé todas tus cosas. Tu cuerpo y tu estrella y tus labios de rojo rojizo. Sé tus calles, las dobleces y los atajos. Los huecos más asquerosos y dónde se llora mejor. Y no aguantarías descubrir cuántas cartas te he escrito. Esta es la última, te lo prometo, y voy a cumplirlo porque tengo los ojos llenos de legañas y el pijama pegado al miedo. Hoy quiero estirar tu boca y tejerme el mapa. Andar los callejones de ti con todos mis pies. De verdad, con todos. Siempre he sabido dónde tienes las costuras. Te he remendado dos veces, tres, cinco. Tantas de mis manos pinchándote y haciendo cruces con el hilo. Lo siento, mujer-avión, pero ya no. Ya no te persigo. Te estoy subiendo a ese vuelo que te lleva tan lejos. Y estoy fría y estoy despierta, y tengo una bola de ti en la garganta. Pero hablo sin parar y vomito ruido y nadie me dice cállate, nadie me trae a casa, nadie me da los besos de tus besos de puzzle de besar.

Te vas a ir. Yo me quedo con la huella de tus piernas, de tus manos, de tu pelo. De tus brazos largos. Sé que me has mirado siempre como se mira a lo más pequeño. Lo más chico pero lo más importante. Como un grano de arena que salva de la muerte. No te echo de menos, niña. No te busco entre los parques. Tampoco lloro. Te tengo a veces entre notas, y es una cosa cálida, pero ya no te veo tocar con los dedos y esas uñas tan jodidamente largas. Siempre vienes como eras antes de ti, antes de mí, de mi traje a rayas y mi sonrisa feliz. Como cuando todo era más triste y el dolor estaba más cerca. Lo que eres ahora (lo que no se me aparece, a lo que no escribo esta carta) no me sirve. No me calza, ¿entiendes? Y me hace daño, me aprieta en los pies. Y creo que es justo, chiquilla, irte por tu lado y no por el del zapato. Qué egoísta, qué egoísmo tan guarro, Aidita, dirás. Ya lo sé. También sé todas mis cosas.

Pero créeme, siempre me voy a acordar de ti. De ti en aquellos días. De tu forma de andar y tu miedo a pocas cosas. De la versión de ti que conozco, que sigo conociendo, que me despierta y me hace estar aquí, aquí sola y hueca y lejos del salvador vaso de agua. Niña, mi niña, entiéndeme: no tienes derecho a hacerme tragar tus horas de vuelo, tu casa nueva, tu vajilla de estudiante lejana. Yo tampoco puedo hacerlo. No me quieres con mis libros de segunda mano y mi cafeinomanía y mis juegos metafísicos. Sí con mis uñas pintadas de negro galáctico. Así que déjame, mujer. Déjame durmiendo en el filo de tus calles. Dando vueltas como un trompo. Ahora, justo ahora, todo lo que fui vive contigo. Y lo que tú eras (tu risa, el camino de tus dedos, los besos tristes) está aquí. Me despierta para que lo acurruque y le cuente cuentos y le deje vivir una vida y no una tristeza de marcha. Seguimos juntas, chiquilla, y eso es el siempre. Pero no te escribo más. Ni te llamo. Se acabó, y te quiero más así. 

sábado, 12 de septiembre de 2015


y yo que pensaba que lo mío no era decir me rindo, decir no puedo, me quedo aquí. todas las puras turas de este mundo, julito, y yo en medio, y yo fuera, y yo rindiéndome, ya no voy a seguir siendo fuerte

miércoles, 9 de septiembre de 2015

saltaré sobre el fuego (a wislawa szymborska)


muralla de salvarme del planeta y serme desde adentro: resguardo salvamento hogar las finas paredes de mi casa rellené sin saber de arquitectura y esperé llorando convertida en mí llorando de vuelta del cielo de ser otras mujeres menos sorprendidas de sí mismas te entiendo wislawa sería otra cosa humana también los mismos ojos detrás de lentes con la misma curvatura mismo pelo mismas manos mismo sabor en la punta de la boca podría ser soplo de aire terrón de azúcar pero yo me adentro en la estructura de los suelos y recorro con los dedos una balsa de locura mi locura insatisfecha los cielos rasos acogen mi cartel intransigente pensé que había cruzado la frontera construida con mis muelas pero dudo de ser me sorprendo de estar pienso tanto en morir sé que no he saltado nada la muralla va conmigo a ser yo bajo las olas soy yo mi defensa que se amplía

pero saltaré sobre el fuego


lunes, 7 de septiembre de 2015



ya no sé qué decirte


seísmo torpe


Quiero un cerco de duros talones a mi alrededor. Que sea montaña y verja celestial, temple olvidado a mi derecha. Hace frío y yo soy pequeña. Guárdenme. Guárdenme del tiempo. Del clima, del clima guárdenme. Duros pies aterrados. Los cuerpos se voltean, juntan junturas, terminan de hacerse: no me miran, nadie me mira, soy invisible. A salvo. Tenue. Me disuelvo. Sálvenme de él, de ti, de los dedos y las manos y las bocas. Quiero una jaula de pies invertidos. Donde moverme. Donde nadar. Tiemblo, reja, tiemblo como un terremoto de mí, de mí misma soy seísmo torpe. Y si me traiciono, si me esquivo detrás de mi cerco de duros talones, es vacío. Y si me muerdo, es por suavidad. No me alcanza. No me alcanza la mano rota rompedora rompiente. No me estira la piel y no arranca la tela. Mi uniforme es respetado. Uniforme de presa por seguridad. Saben que estoy y sin embargo. Sin embargo, verja celestial. Quiero un cerco de tristes guardianes ciegos. Cierro las piernas. Veo cómo vomito miedo. Que no me toque, que no vuelva a tocarme. Seísmo torpe.


domingo, 6 de septiembre de 2015

los pájaros muertos



I

Mi vecino se llama Jaime. Tiene un bigote grande y salado y juega con las latas como si todavía estuviera chico. Come chocolate con kikos a todas horas. Y no me ofrece. Si paso a su lado, no saluda. Yo me ofusco y me miro las bailarinas. Las pienso en danza sobre mí. Es como si no me viera: Jaime se sube el gorro y aspira su bigote. Érase una vez un hombre pegado a un kiko. Un kiko pegado a un hombre. Al chocolate. A mí. 

II

Anoche soñé que a Jaime le salían un montón de estrellas en la cara y se las tragaba. Todas. De golpe. Como una aspiradora. Le miraba desde la ventana, y las persianas aleteaban y hacían como que querían que Jaime se las comiera, pero yo no, yo aguanté como una heroína. Soy una heroína de manga, una gladiadora, una forzuda y todo lo demás. Todo el césped y todas las hormigas se comió Jaime. Yo en casa. Yo mirándolo por la ventana y él no viéndome. No viéndome para no reconocer que soy la más fuerte de la calle y de la casa y de nosotros dos.

III

Mamá está histérica porque perdí las llaves y no sabe cómo voy a hacer ahora al salir de clase. Papá no dice nada. Creo que tienen que llegarle los grumos de los gritos de mamá, pero él sigue ahí con su libro y las gafas como escurriendo la nariz y casi rotas. Y nadie te puede abrir, dice mamá, nadie nadie nadie te va a abrir la puerta si no estoy. ¿Dónde las llaves?

IV

Mi vecino tiene un perro cojo y el perro cojo tiene una caseta y la caseta está llena de pulgas y pájaros muertos. Yo tengo una perra bulldog que juega conmigo y es la más graciosa de toda la calle pero ayer Jaime la miró desde las orejas hasta las patas y soltó un suspiro como si mi perra fuera un perro cojo con la caseta llena de pulgas y pájaros muertos. Después me vio a mí y quise escaparme pero se acercó a hablar conmigo. Me dio chocolate. Sabía a asco. Y a cigarro.

V

Todavía no hay llave, pero Jaime me abre la puerta del portal y allí espero a mamá. Ella no quiere que pierda su copia también y así me castiga. No le acepto más chocolate al bigotudo porque creo que tiene gusanos.

VI

Me duele la barriga.

VII

Me duele la garganta.

VIII

Me duele ahí.

IX

Soy un perro cojo y tengo la cama llena de pulgas y de pájaros muertos. Soy una estrella y me como las uñas pero no quiero ir más al colegio, no quiero cerrar más la puerta y salir a la calle y que todos me vean, que me coman todos, que se me caigan los ojos y se partan contra la calle y ya no, ya se me ha caído la última muela de la última encía de mi última boca. Tengo sangre debajo de las uñas pero no oigo nada y me estoy haciendo rayos y centellas y érase una vez una yo una yo una yo pegada a un kiko pegado a una mano. Que no, mamá, que no: no quiero salir, no quiero salir, no tengo llave y no voy a poder volver. Ya nada. Ya no. Las terminaciones nerviosas al aire. Tengo catorce años, tengo catorce muelas, todas se me han caído. Se me ha roto algo.

X

El suelo sabe a cigarro. 



sábado, 5 de septiembre de 2015


Ahora derramo el té por el fregadero porque ni siquiera se parece a lo que tenía que haber sido. 

Anda, como yo: nací en una familia buena, familia en la que todos hacían lo que debían. Papá trabaja, mamá estudió, mamá trabaja también pero papá gana más. Llegué con mi pelo rizado y mi cadera torcida (que recolocarían con cuidados médicos, porque era lo que había que hacer. Ninguna hija coja para el ojo de la eternidad). Lloré cuando salí de la caja, estaba morada y era chiquita. "Es una niña sana y preciosa", contaron gentiles las enfermeras. Era lo que había que decir. Por protocolo, toda mi familia pasó ordenadamente, y en horario de visitas, por la habitación materna: le habían dejado una individual porque había trabajado en ese hospital. Y era lo que el jefe tenía que hacer. Es una niña sana y preciosa, y crecerá y los hará felices y estudiará, hincará los codos, y trabajará y se casará y tendrá niñas preciosas que tengan el mismo pelo rizado y ojalá que no, ojalá que no esa malformación en la cadera.

Pero el té no ha ligado. Y yo, en el colegio, no hacía los deberes. En el instituto me saltaba las clases. En la universidad levanté la mano y respondí con gracia hasta que supe que podía ser la primera de la clase. Después, me recluí en un asiento de la última fila y guardé silencio. Dejé todos los trabajos para el último día, leí sobre cosas que no tenían nada que ver con mi carrera, pregunté las dudas que nadie tenia por qué responder. Taza de té que no tiene color. A mí, sin embargo, nadie me tiró por el desagüe. Me quisieron. Me quisieron hasta la herida. Quisieron parecerse a mí, debutar en indiferencia sobre el respaldo de una silla. Me fue bien. Aprendí lo necesario, busqué mi propio fuego. Yo, que había nacido en una familia sin deudas con el mundo, escondí mi origen en la línea de las gafas. Me salté todos los horarios. Me comí todas las normas. Me quité las etiquetas y dejé de imponerme risa y lloré en público y cosí medallas y di cariño y rompí injusticias y escribí poemas y hasta saqué buenas notas. La cadera nunca me dio guerra, no dolió jamás, pero había otras cosas, otras muchas, que nadie había visto en la niñasanaypreciosa de la madre sonriente. Taza de té descolorida.

Pero ahora tiro el té por el fregadero. Y pongo a hervir otro cazo de agua.

tr


Tristeza. Cajón. Hondo aliento, insoportable velo. Ahora reptan dos ojos y mi habitación es un cubo de agua. Yo no asiento. No persisto. El futuro es todo lo que bulle entre las paredes de esta casa, casa que no sostiene el tiempo. Las horas me explotan en la boca. Te fuiste: sigo durmiendo por seguir. La piedra saluda. Y la ignoro. Estoy hermética. Y triste.


jueves, 3 de septiembre de 2015

88


asisto a mi vida me encuentro en el espejo y es hola qué tal cómo has crecido me gusta tu ropa asisto a mi vida me veo hacerme grande cortarme el pelo ponerme gafas veo cómo me cambia la mirada más dura más filosa después inocente de nuevo así que lo has superado sí lo he superado me alegro porque el año pasado se te vio más triste cada tanto un fogonazo estoy delante de mí me encuentro en la calle y son dos besos son dos alas un saludo un fijarme de arriba a abajo y desde fuera me veo me contemplo estoy al otro lado ya no dentro y me veo derretirme leer a horcajadas falda nueva cielo nuevo me meten la mano debajo del vestido y me arquean la columna y me empujan y me aplauden y me vician todo se refleja en la cara que cada vez encuentro más adulta más afilada pero digo yo que más feliz asisto a mi vida yo espectadora atenuante de responsabilidad y de pronto un clac tic boom adentro amiga muévete las venas la sangre eres yo soy yo y una rigidez una estática hasta que vuelva a encontrarme en un portal en una cafetería y me levante para saludarme hola cuánto tiempo has crecido te veo bien

miércoles, 2 de septiembre de 2015

soy soy eres NO


soy la calle soy el centro soy el cielo veo huelo toco resuelvo y otra vez caigo vacía vuelo abajo al borde del borde del filo camino por detrás del suelo alcantarilla de mis ojos pozo de mi espera me estrello y soy un muro eres matemática el ángulo con el piso y los centímetros de mi pared y lo que podría ser si una ecuación indiferente o una operación hecha trizas pero eres lingüística el sistema sobrelengua el modelo del habla de los trazos yo no soy disciplina yo no soy académica yo soy solo la materia la pieza de tu pieza y el adiós triste sistemático color ceguera

así


por mi cumpleaños quiero por mis veinte hilos quiero ir descalza a hacer la compra y andar la calle con las plantas de mí sentir la arruga y la acera que escolta un sueño todos los pies que pisaron antes de que y me ha sentado caída tener un año más hasta el alma descalza por la playa por el campo por la vía por tus manos tantas veces he buscado tocar con un dedo el cielo de un árbol remover la arena mojarme la cara y no es nada insuficiencia tedio desarraigo: me ha bastado solo diluviar tu cuerpo y sentirme suelo una con la tierra me ha hecho falta solamente rozarte los dedos las muelas con el filo de un talón para saber que quiero que por mis viente quiero caminarte descalza y que me pinches que me cortes ir al súper al registro con los pies relucientes sucios partidos no puedo sentir no veo ya por las manos los ojos el cuello soy solo pasos soy solo tu boca y la esquina de tu calle en mí pinchan las estrellas en el dedo gordo y el vacío puente hacia tu espalda de canción deshabitada


viernes, 28 de agosto de 2015

lo que soy (a partir de una foto bonita)


ríete ríete ríete hasta que te sangre la sangre de la risa hasta que te crezca el pelo hasta que no respires hasta morirte sonríe sonríe sonríe con la fuerza del roto descosido la cara se estira como el cuerpo de un caracol y te sientes por debajo los muebles fluyendo diluidos hechos agua eres agua eres fuego eres qué eres no eres toda la vida han intentado etiquetarme tienes un ci de tienes un tdh eres superdotada tienes déficit de atención todo por no admitir que me río me río me río sonrío porque soy sin nada sin ser nada soy solo respiro hasta morirme respiro para no morirme pero me muero y toda la vida etiqueta de mármol etiqueta de césped etiqueta de mí si yo fuera algo más si yo fuera al menos coincidirían en decirme qué pero todos tienen todos gritan una opinión distinta ríete ríete ríete sangra muérete vive sé sé sé ya no importa ya no es nada ahora soy territorio seguro ahora no soy nada no hetero no homo no bi no lista no tonta no me concentro no me distraigo no escribo no leo no tiendo no lavo no vivo no muero no creo no veo no luz no oscuro no miedo no amor sí risa sí sonrisa sí libre sí mía sí caos



(foto: marcos cexs y yo
por marcos cexs
durante un día muy bonito-
después cantamos lucha de gigantes
y bebimos té verde
y es la única foto en la que no posamos
pero sin duda es la mejor)


miércoles, 26 de agosto de 2015

de tu casa y yo


y por qué no hablarte francamente. por qué no decirte que es así, que ir a verte puede hacer que salte por los aires o que me caiga. es la posición, la postura precisa para adoptar dos direcciones diferentes: arriba, el cielo raso, o abajo, el suelo, que a la vez es siempre raso. está claro que los límites de tu casa no van a dejarme ir más allá. pararán mi cuerpo cuando salga disparada hacia donde no decido, hacia donde no quiero ir. como una red para cadáveres desparramados. yo no voy a estar muerta, claro. pero cómo voy a moverme. cómo voy a darle a qué botón. es el destino, ¿lo sabías?, aunque no creo en él ni creo que tenga por qué hacerlo. pero no depende de mí. ni siquiera de tus ojos, de cómo les dé por chocarme encima. de nada, querida mía, de nada. es tu endemoniada casa. voy a entrar por la puerta, voy a mirar los cuadros, las fotos. voy a respirar tu aire y pondré el culo en tus sillas y me beberé tu café y me reiré de tu voz y todo eso es tuyo, no mío, nunca mío. ¿por qué voy a decidir yo hacia dónde me sacude la fuerza, si levito o si me caigo de boca contra una baldosa y me parto todos los dientes, todos, uno a uno? no, yo no tengo ese derecho. así que es por eso. por eso a veces me quedo callada y te sonrío y te digo otro día, mejor otro día porque hoy me duelen los ovarios o porque hoy estoy hasta la grieta de todo. yo, la verdad, soy como un pozo destapado, y me pongo a mirar y veo solo un círculo de luz. y nubes, o azul, o una ponzoña blanca y podrida. así que mi visión del mundo es una cosa circular. limitada. es decir, veo lo que me da la gana, aunque a la vez no: jamás habría elegido un círculo. qué tiene que ver eso con las columnas de tu casa, me dirás. la cosa es, ya que hablamos francamente, que quizá me pare y mire y solo vea una foto colgada, medio torcida, o una barrita de incienso, o una alfombra del ikea. y tú ya no vas a estar. serás solo la figura que camina por ahí todos los días, la deseada figura que recorro en la cabeza, y ya no serás real. solo el círculo y tu casa. o igual no, igual dejo de ver todas las paredes y todo el suelo y el cielo raso y mi sol azul se concentra en las líneas de tu cara. entonces qué, dime. entonces qué pasa. arriba, abajo. no sé hacia dónde me voy a tirar. yo, mi pozo. a veces prefiero tenerte lejos, ¿sabes?, a que me pases los dedos por la nuca. el círculo, es el círculo...

trapecista



si me andas por encima de las manos, mi casa pestañea. desde los cimientos hasta la cuerda de tender. se cierra: el techo-asteroide es una variación del ciclo, y toco una curva frágil en las plantas de tus pies. "no dejes que descubran que eres cóncava, mujer. querida amiga lacrimal". dicen por ahí que hubo una mujer y se cayó por el borde de sí misma. si me andas, si me andas sobre los ojos cerrados (huellas, rastros, sangre), así solo me ensancho. soy más que yo y después. tra-pe-cis-ta.


lunes, 24 de agosto de 2015

no sé si casarme o comprarme un perro


Estoy leyendo un libro sobre una mujer que busca un hombre que pueda competir con un perro. Con el amor de un perro. El perro es fiel, da calor y no se va jamás. Pone un anuncio en el periódico (un cliché, pero se lo puedo permitir a una argentina desconocida) y le llueven llamadas guarras, de bromistas, de locos. En fin, si dejamos de lado toda la patujada de criticar el objeto de deseo (yo en lugar de un hombre buscaría una persona, al fin y al cabo ser por encima del género es una cualidad que supera a cualquier perro; y por otro lado, preferiría un gato), podemos caernos en ese buscar. Quiero decir que lo podemos entender. Yo tengo un marco de fotos precioso, y lo miro, me acurruco contra él. Si deseo a alguien, por favor, que sea mejor que este marco de fotos: que sea todo lo que es el marco pero que me dé todavía más, que sea persona y que me bese bien. Y que haya leído. Y que lea. Y que me hable de Cortázar. Carajo, de Cortázar. El marco nunca me va a hablar de la Maga, y mucho menos el perro. Está feo que lo diga, pero el gato tampoco. Y sin embargo, qué. ¿No voy a echar de menos al gato si intento acariciarle las orejas a mi querido, a mi querida, y no se queda así como dormido, como dormida? Y las fotos. Así que si dejamos de lado todo lo bonito de la búsqueda, del elperromedamásquetú, elgatoesmáselegante, elmarcoesmásbello, entendemos. Solo después de buscar. O de imaginar que buscamos, si lo imaginamos con muchas ganas. Entendemos, entonces, que no hay comparaciones, y nada será nunca mejor que nada. Las cosas son diferentes. Las cosas van más allá. Mejor, peor. Son categorías absurdas. Como los géneros literarios, las etiquetas de la ropa, el sexo del objeto de deseo. Voy a protestar contra estas cosas. Algún día me va a dar un ataque por estas cosas. No sé por qué escribo esto. No sé por qué escribo (sí lo sé: me estoy buscando. Y me encuentro). 

domingo, 23 de agosto de 2015

cosas indescriptibles


Pero funciona así: yo estoy aquí, y vivo, y siento mil cosas. Y me las recojo todas en un moño. Cuando camino, van conmigo. A hacer la compra. A beber té. A la universidad. Son como una ropa que va por dentro y que nunca se quita. Una tela pegada a mí, y así para siempre. Son mis cargas, es mi desastre. Toda yo soy un desastre, es lo lógico, pero hablo de algo más. Todos lo tenemos. Todos lo llevamos. Tú también. La diferencia es que yo lo sé, yo lo sé y lo respeto. Respeto que tú seas más que lo que te veo brillar sobre la piel. Más que el rayo de sol que te cubre, que te hace ser así de bonita sobre la arena. Tú, creo, debes empezar a entenderlo. Me estás viendo, pero si quieres entenderme, pregúntame. Háblame. Obsérvame. Porque no he estado siempre aquí, en esta playa, ni he tenido siempre estos mismos tejidos o esta ropa (la de dentro sí) ni he hablado siempre de lo mismo. He sido una niña, se me han pelado las rodillas, me he peleado, he querido a mucha gente, he llorado hasta reventarme. No te quiero dar ninguna visión moralista, o de persona especial. Pero escucha: cierra los ojos, respira un momento. Y dime si te sientes aquí en la playa o si por dentro no notas como un temblor, un terremoto chiquito, una visión extratú que te lleva a ti y te aleja de este mar y de mí. Recuerdos, dirás. Pero no. Eres tú. Estás aquí, y vives, y sientes mil cosas. Yo eso lo entiendo. Entiendo que eres más de lo que descubro si te beso, si te miro poco. Es más: me gusta que sea así. Pero tú, sin embargo...

viernes, 21 de agosto de 2015

hoy solo quiero decir


Desnúdate. Ábrete. Mírate. La cara, los ojos, la boca. Mira cómo te miras. Tus ojos de estudiarte, tu boca de no hablarte. Vas a llevar la vida por el grumo. Vas a cortar las tazas y a tasar afectos. Querrás partirte. Puedes hacerlo. Sabes tu eje. Lo acaricias. Acarícialo. Todos lo miran, lo miran siempre. No puedes sentarte a llorar sin que te estrujen. Eje, terror. Globo terráqueo, tu ecuador y tú ecuador: no das vueltas, no te mueves, y no estás quieta. Escúpete. Mira, mira. El cuello y los pezones y el vientre. Los muslos y el ombligo y el sexo. No busques la frase que te haga respirar. No busques palabras, solo observa. Como si te conocieras. Como si fuera un hola qué tal dos besos convencionalismos. Puedes partirte los huesos. Arrancarte la piel. Sacarte los ojos. Sangrar. Gritar. Puedes masturbarte. Besar el espejo. Cantarte. Girar. Un trompo, trompo de eje invisible, la Tierra. Es el punto, ser desnudo. Es el punto de decidir cómo, qué botón vas a pulsar. Si te quieres, si te odias, si te toleras. Si te das a luz y eres otra. Si no, si no. Mírate. Hazte. Recomienza así, recomienza.


36


Tenía una herida en la rodilla y se me ha cerrado. También se me cierran los ojos. Y los labios. Empiezo a escalarme el cuello. Una respuesta, carajo, una respuesta dentro. Hacia dónde voy, quién soy, de dónde vengo: todo eso es asqueroso, es conjetura. Yo quiero saber cómo se cierra la sangre. De dónde me brota esta fibra que encierra la lengua. Si volveré a encerrarme en una cabina de radio, o si al final terminaré encerrándome en mi pieza para no ver más la calle. La calle es el miedo. Y el miedo se me ha cerrado. Soy una flor cerrada. Así nada, querida estatua. Así solo sábanas y papel. El caso es que tengo una herida en la rodilla y ahora le doy con la esponja. Le pongo crema como al resto de mí. No duele. Y sin embargo, una respuesta, una sola respuesta antes del silencio. Miedo, miedo: estupor. Asco, asco: dolor. Me curo.