¿Qué significará el tiempo sin relojes?

domingo, 23 de agosto de 2015

cosas indescriptibles


Pero funciona así: yo estoy aquí, y vivo, y siento mil cosas. Y me las recojo todas en un moño. Cuando camino, van conmigo. A hacer la compra. A beber té. A la universidad. Son como una ropa que va por dentro y que nunca se quita. Una tela pegada a mí, y así para siempre. Son mis cargas, es mi desastre. Toda yo soy un desastre, es lo lógico, pero hablo de algo más. Todos lo tenemos. Todos lo llevamos. Tú también. La diferencia es que yo lo sé, yo lo sé y lo respeto. Respeto que tú seas más que lo que te veo brillar sobre la piel. Más que el rayo de sol que te cubre, que te hace ser así de bonita sobre la arena. Tú, creo, debes empezar a entenderlo. Me estás viendo, pero si quieres entenderme, pregúntame. Háblame. Obsérvame. Porque no he estado siempre aquí, en esta playa, ni he tenido siempre estos mismos tejidos o esta ropa (la de dentro sí) ni he hablado siempre de lo mismo. He sido una niña, se me han pelado las rodillas, me he peleado, he querido a mucha gente, he llorado hasta reventarme. No te quiero dar ninguna visión moralista, o de persona especial. Pero escucha: cierra los ojos, respira un momento. Y dime si te sientes aquí en la playa o si por dentro no notas como un temblor, un terremoto chiquito, una visión extratú que te lleva a ti y te aleja de este mar y de mí. Recuerdos, dirás. Pero no. Eres tú. Estás aquí, y vives, y sientes mil cosas. Yo eso lo entiendo. Entiendo que eres más de lo que descubro si te beso, si te miro poco. Es más: me gusta que sea así. Pero tú, sin embargo...

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