¿Qué significará el tiempo sin relojes?

martes, 22 de diciembre de 2015

tu sombra


"La sombra de Hélène es más densa que las otras y más fría,
quien posa el pie en sus sargazos siente subir el veneno
que lo hará vivir para siempre en el único delirio necesario"
(Julio Cortázar,
62 / Modelo para armar)

I

Tuve que escaparme. Tuve que coger el bolso y apretármelo fuerte para que no se me cayera nada mientras corría. Nada, no podía dejar en el camino ni un solo libro. Perder un libro es perder el llanto, este llanto ahogado y espasmódico que es mi existencia, que es también la tuya. Yo solo quiero pasar la página, no quemar la página ni arrancar la página ni comerme la página. Pero tu sombra es más densa que las demás, y me estaba agarrando por los tobillos. Me escalaba hacia la garganta. Tú no te enterabas porque fumabas y bebías vino y me mirabas de lado. ¿Cómo iba a avisarte? Tenía el teléfono apagado, los lápices lejos, y de la boca no me salía nada que no fuera una cita, un poema ajeno, todo lo aprendido de otros como si lo de otros fuera poner nombre a los dedos de tu sombra. Sin embargo, tengo miedo de.

II

No te conocen si no han visto tu sombra. No te conocen si no te entienden, y no te entienden si no te han sentido llorar en la parte de atrás de una clase de instituto. Si no han tenido tu nudo en el estómago, tu pinza en la garganta, tu lágrima en el ojo. A mí no me conoces, muchas veces tuve miedo de que no me vieras porque este amor desnudo y calvo y silencioso me desnuda y me arranca el pelo y me quita las palabras. Todas van a parar a la basura. Se quedan flotando en el cielo raso. Podrías verlas, pero fumas y bebes vino y me miras de lado. Y solo me escucha tu sombra densa. Solo tu sombra me oye y me ignora mientras busco la forma de sacarte de mí. Sin embargo, tengo miedo de.


III

Voy a apagar el móvil. A dejar de salir. No: voy a hablar con todos y a salir hasta quemarme. Y empiezo a beber vino yo también, y empiezo a fumar yo también. Me pongo a mirar de lado como alguien a quien conocí una vez. Pienso que soy un espejo, pero un día llego y me miro la cara en el baño y me descubro. Hola, encantada, qué guapa y qué mayor. No era por aquí, ¿verdad?, me digo despacio, este no era mi camino, ya no me parezco a mí, creo que estoy haciendo todos los esfuerzos por ser lo que creía que sería algún día, justo este día, pero hay una fuerza dentro de mí que me aleja de mis actos y que me coloca en otro lado. Y me siento bien con el aire en la cara y los libros más difíciles. Y los periódicos ya no me pasan la tinta, espejito, los periódicos ya no me quieren. El espejo del baño me sonríe y habla deprisa, muy deprisa, tan deprisa como yo cuando no finjo. Eres más barranco escarpado que río de ondas suaves. Sin embargo, tengo miedo de. 

IV

Sé quién soy, pero todas las mujeres han sido siempre tú, todas han tenido siempre las caderas anchas y los ojos rasgados y todas partían con la secreta ventaja de ser como tú la primera vez. Y por algún azar (que no busco comprender, como Cortázar) han andado hacia mí. Vinieron los paseos, las palabras, el momento en que me daba cuenta de que te estaba buscando donde sabía que no podías estar. Ese era el juego: alejarme de ti en tu búsqueda, dejar de pensarte techo o modelo. Además, no te darías nunca cuenta de que te buscaba por ahí, en un brote de los ojos y la cadencia de una voz, de que a veces si venían las risas alegaba que faltaba un fogonazo y me iba muy despacio. Solo corría de ti. De todas las demás, nadadora, me iba deslizándome. Sin embargo, tengo miedo de. 

V

Ya no te riego. Te he dado agua y te he cantado bajito todos los días para que pudieras crecer fuerte y sana. Y tu sombra se ha empeñado en buscar asilo en mis rodillas. Como si no supiera que ahí es donde más me duele. Como si no supiera nada. Y no cede, jamás cede mi parásito caliente, tu sombra-calco-muerte rota, no me da nunca la razón ni me espera para verme contenta o triste o para verme. Goodbye. Voy a empezar con el plan de ataque. Y mi ataque es abandono. Se me permite temblar, pero no volver atrás. Tengo que proteger mi bolso de libros, lo siento. Soy tan joven, tengo tanto miedo de verte y recordar tu sombra opresora y querer volver a cuidarla. Perdóname. He aprendido a hablar desde el alma.

VI

Sin embargo, tengo miedo de mí.
 

No hay comentarios: