¿Qué significará el tiempo sin relojes?

miércoles, 4 de agosto de 2010

¿Nunca terminarás esa carta?

''Querida Alicia:
Las cosas no van bien.
Desde que recibí tu última carta he caído en un estado de inconformismo que me sorprende. Sabes que no soy así.
Me he dado cuenta de bastantes cosas en estas semanas. Por eso mismo no te he escrito. He estado tan encerrado en mí mismo que me daba miedo lo que pudiera decirte.
Y me sigue dando miedo, pero por ese mismo motivo te escribo.
Teníamos una promesa. Nos contaríamos todas las cosas importantes que nos pasaran. Y siempre contestaríamos a las preguntas del otro.
Esta carta está relacionada con las dos partes de esa promesa, Alicia.
Quiero que me cuentes, para empezar, de quién estás enamorada. No me había atrevido a preguntarlo. Ni siquiera a plantearme de quién se trataba. No quería caer en una espiral de melancolía, simplemente.
También tengo algo que contarte.
Creo, que siento demasiadas cosas a la vez. Y eso no me agrada. Si tuviera que describir mis sentimientos con un color (como solíamos hacer, ¿recuerdas?) sería el blanco.
Concretamente siento demasiadas cosas por una persona cercana a mí. Desde que vine a Dublín no consigo sacarme a esa persona de la cabeza. Sé que es una frase muy típica, pequeña, pero no puedo describirlo de otra manera. Cada vez que respiro, cada vez que me muevo, cada vez que pestañeo, ella está presente. Presente y con bastantes kilómetros de por medio.
No puedo dejar de recordar la última vez que la vi. Me es imposible no recordar el olor que había en el ambiente y su vestido azul cielo.
Creo, que algo crece con tanta fuerza dentro de mi corazón que me oprime el pecho. Lleva creciendo bastante tiempo, pero no me había dado cuenta hasta hace poco.
Alicia, me refiero a que no puedo sacarte de mi cabeza.
Si hubieras mencionado el beso en alguna de tus cartas, creo que habría tenido fuerzas para decirte lo que sentí.
Pequeña, creo que estoy''

Arrugué el papel y lo tiré al otro lado de la habitación. Me tumbé en la cama suspirando y cerré los ojos.
No tenía valor ni siquiera para escribir las palabras exactas y terminar la carta.

No hay comentarios: