Invéntame una historia y haz que la noche se estremezca con tus palabras.
Cuéntame cómo cruzabas las nubes de norte a sur y cómo viajabas por sitios inexistentes.
Miénteme, miénteme tanto que no sepas dónde comienza la habitación sin inventártelo.
Cuéntame cómo te sentías al soñar que cruzabas el mar en un barril.
Y tendrás que embriagarme para que consiga dormir sin soñar con cristal.
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