¿Qué significará el tiempo sin relojes?

martes, 15 de junio de 2010

Alicia, ¿qué tal si me vuelves a sonreír? - James.

-¿Qué piensas mientras intentas dormir? -Ahí estaba una de sus preguntas curiosas que me embriagaban sin motivo alguno.
-No te agradaría saberlo. -Sonreí y miré hacia el horizonte, distraídamente. Creo que el hecho de dejar de mirarla causó el efecto que yo buscaba.
-Está bien. Si no me lo dices, me pongo a gritar aquí mismo.
-Dices las cosas tan seria, que terminaré creyéndolas. Bueno, suelo pensar en... el mundo, en los detalles... supongo.
-¿Por qué no me iba a agradar eso? -Una nota de decepción se leía en su pálido rostro.
-¿Qué definición tienes tú sobre el mundo?
-La misma que todos, ¿no? -Se mordió el labio. Por su expresión, estaba buscando las palabras adecuadas. -El mundo es donde vivimos, y eso. Nada más. Es el conjunto de cosas que forman nuestro entorno.
-Bien. ¿Y sobre los detalles?
-¿Los detalles? Bueno, las pequeñas cosas que acompañan al mundo. Pero claro, son tan pequeñas que no pueden hacerle sombra. Podemos vivir sin ellos, o eso creemos.
Silencio, de pronto. Pero no por silencio, fue incómodo. Realmente fue agradable. Ella me miraba, esperando una respuesta. Y yo, nada más lejos de estar pensativo, la miraba también. En sus ojos había una chispa de excitación, de curiosidad. De pronto, como si yo lo hubiera pedido, suspiró. Fue tan leve el suspiro que salió por sus rosados labios, que si no hubiera estado mirándola así, no me habría dado cuenta. Sus labios... hoy no me había fijado en ellos.
Era extraño, parecía que este instante de silencio era eterno, pero maravilloso. A nuestro lado, los árboles no se movían. De hecho, no había viento. La gente parecía haberse esfumado para dejarnos a solas. Decidí hablar, terminando con esta sensación que me ponía los pelos de punta.
-No creo que los detalles sean pequeñas cosas. Bueno, aparentan serlo. Para mí son cosas realmente importantes, y enormes. Encender la tele y ver siempre lo mismo, abrir el armarito de la cocina y ver la cafetera en su sitio, coger el teléfono y oír esa voz conocida, que tanto significa para ti. Sí, esos detalles me hacen recordar que el mundo sigue en su sitio. Que el desorden que poco a poco se aloja en mi cabeza, sólo está ahí. En mi cabeza. Y es una sensación muy agradable, ¿sabes? -Miré al cielo distraídamente. Las palabras salían de mí como si de una fuente se tratara. -Una de las más agradables.
Me miró y sonrió. Creo que mis palabras le agradaban, me escuchaba atentamente.
-Y el mundo... bueno, cada persona tiene una definición distinta para él. Cada persona tiene un mundo distinto. Tu mundo pueden ser detalles un poco más exagerados. Tu mundo puede ser un objetivo. O una persona. Pero, acertaste en algo. Los detalles nunca podrán hacer sombra al mundo de alguien. -Vacilé un momento, y seguí hablando, aunque ahora el leve tic que solía darme en la mano, salió de su escondite. -La sensación de que el mundo siga ahí, por muy embriagadora que sea, nunca podrá compararse con la sensación que tengo al ver que me buscas con la mirada, o que me sonríes. Porque tú, tú eres mi mundo. Eres esa persona que hace que todo esté en su sitio, o que se desordene, sin más.
-Piérdete en tu propio mundo, pues. -Susurró antes de besarme. Y antes de que las mariposas comenzaran a rebolotear como locas en mi estómago. Antes de poder tocar el cielo con la punta de los dedos.

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