¿Qué significará el tiempo sin relojes?

viernes, 16 de julio de 2010

Dublín-París. Allan-Alicia.

Allan, estoy desesperada. Siento que estoy al borde de un precipicio, y que podré caerme en cualquier momento.
Te dije que te escribiría en una situación extrema. Te lo prometí. Y aquí estoy, apretando fuerte en lápiz contra el papel y juntando fuerzas para no ponerme a temblar.
Necesito gritar. Con todas mis fuerzas y tan alto que me oigas allá en Dublín. Creo que haré eso después de escribir esta carta.
Allan, solías decir que la vida no es fácil. Que en cada esquina te esperaba una sorpresa, buena o mala. También solías decir que todo pasa por algo. Creo que eso es lo que más me he repetido desde tu marcha. E intento sacar fuerzas de tus palabras, ¿sabes?
No sabes cuánto te necesito ahora... necesito que me abraces y me digas que todo está bien. Volver a sentirme fuerte y útil entre tus brazos. Pero sé que, por mucho que desee eso, sigues en Irlanda.
Y después de todo, Allan, sigo teniendo sueños rojos y de color café. ¿Sabes a qué me refiero, verdad?
Siento que floto y caigo al vacío. Que las estrellas se han apagado y la luna se ha ido de vacaciones. Siento usar una frase hecha, sé que no te agradan, pero me siento como un pez fuera del agua. O tal vez en la pecera equivocada.
Hoy, he ido al callejón. ¿Lo recuerdas? Solíamos ir al callejón cuando teníamos que aclararnos las ideas. Estaba igual que siempre. Seguía ahí nuestra pintada -y promesa-. Por un momento pensé que podía oler la granizada de café. El callejón sigue teniendo ese efecto de verlo todo un poco más fácil. Pero al llegar, no pude evitar llorar. ¿Tienes idea de lo vacío que se ve sin ti sentado en el suelo? ¿Tienes idea de lo silencioso que se oye sin tu voz? Ojalá que no puedas imaginártelo.
Allan, ¿recuerdas que la última vez que fuimos al callejón, te dije cuál sería el único motivo por el que volvería sin ti? Si lo recuerdas, creo que no hace falta explicarte nada más. Pero por si tu memoria no llega a tanto, por si ese momento fue más especial para mí que para ti, te diré el motivo por el que te escribo.
Me he enamorado, Allan.
Me he enamorado y es una sensación tan desesperante que siento que me va a explotar el pecho.
PD: Te extraño.
Alicia Lemoine.


...


¡Alicia! Cuando vi que había recibido una carta tuya, me puse tan contento que tuve que saltar. Pero en cuanto leí el motivo, me preocupé muchísimo. Eso que me cuentas me ha descolocado. No el hecho de que te hayas enamorado, eso es perfectamente normal, y lo sabes. Lo que me descoloca es que te sientas así. Que tu maravillosa sonrisa se esté borrando. ¿Sabes lo que me gustaba esa sonrisa, querida Alicia? Ni te lo imaginas.
Gracias por recordar el escribirme en una situación extrema.
Pero, ¿qué te voy a decir que no te haya dicho antes, pequeña? Incluso el amor más doloroso -y veo que el tuyo te duele muchísimo- tiene su parte bonita. Solamente tendrás que buscarla, Ali. ¿Me prometes que lo harás, verdad? ¿Me prometes que no te derrumbarás, y seguirás con esa sonrisa en la cara?
Alicia, ¿sabes? en realidad me alegra que te hayas enamorado. No por tu sufrimiento, claro. Sino porque haya una persona tan maravillosa en este planeta como para merecerse tu amor.
Que sepas, pequeña, que sí que recuerdo lo que me dijiste del callejón. Recuerdo cosas sobre nosotros que seguramente tú no recuerdes. ¿Por qué? Porque lo especial permanece, con la misma intensidad que se vive. Recuerdo tantas tardes sentados en el suelo del callejón... en algunas tú llorabas. Y yo hacía lo que siempre solía hacer, abrazarte y decirte que todo iba a ir bien. Sí, Alicia, porque haré eso siempre que tú lo necesites. Decirte que todo irá bien. Porque sabes que irá bien, pero sólo necesitas que yo te lo recuerde.
No estés triste, ¿vale? Grita si lo necesitas.
Alicia, cierra los ojos e imagínate que estoy ahí... diciéndote que nada es fácil pero que todo se arreglará. Yo lo hago.
Y ve Alicia En El País de Las Maravillas. Eso te animaba. Solías imaginarte que eras tú la que vivía todas esas aventuras, ¿recuerdas? Y añadías un personaje, a ''un tal Allan'' (al que siempre invitabas a helado de yogur).
Pequeña, por muy difícil que lo veas todo, piensa que en tres o cuatro años, si puedo, estaré contigo allá en París. Es lo que más deseo.
Te quiero más que a nada. Recuérdalo siempre.
Allan Bonnett.

No hay comentarios: