¿Qué significará el tiempo sin relojes?

jueves, 15 de julio de 2010

Mañana de domingo. (M&H 4)

Me desperté. Era domingo, así que ni Hel ni yo teníamos que ir a trabajar. Todo el día para nosotros solos.
Ahí estaba Helena, dormida. Su pelo rubio estaba esparcido desordenadamente por la almohada. Así, dormida, parecía feliz, aunque no lo fuera. ¿Qué estaría soñando?
Otra vez mirándola como tonto. Me reí. A veces me perdía en ella. Era tan complica, tan melancólica... Y la cosa más bonita que nunca había visto. Sí, ese rostro lleno de pecas era precioso.
Me levanté de la cama, tratando de no despertarla.
Comencé a preparar mi leche con Cola-cao y su café cargado con azúcar de vainilla. Cogí las tazas, y un plato con galletas de canela, puse todo en una bandeja, y lo llevé con cuidado a nuestra habitación.
-Señorita, despierte... -Susurré, mientras le acariciaba el brazo.
Abrió los ojos con un gesto lento y cálido.
-He hecho el desayuno, mira. Esta vez he recordado echar azúcar de vainilla a tu café, como a ti te gusta.
Se sentó en la cama, también lentamente. Tenía el pelo revuelto y los ojos un poco cerrados, por el sueño. Preciosa, como siempre...
-No hacía falta... de veras. Pero gracias, cariño.
Le sonreí. ¿Cariño? creo que era la segunda o la tercera vez que oía a Helena decir eso.
-Sólo ha sido un poco de café y unas galletas. Por cierto, Hel, ¿qué quieres hacer hoy?
Dio un gran sorbo al café antes de contestar.
-Cualquier cosa.
-¿No quieres hacer nada en especial? Recuerdo que tenías ganas de que te enseñara a montar en bici. Y hace un día de esos bonitos.
-Sabes que me caeré, ¡idiota! -Se rió. Vaya, creo que la felicidad que mostraba al estar dormida no era falsa. Hoy tenía un buen día. Me iba a gusta este domingo.
-Cogeremos el coche y nos perderemos, ¿qué te parece? seguiré las direcciones que me pidas.
-Y al final, no sabremos cómo volver a casa.
-Pero será bonito no saberlo.
-Como todo contigo.
-¿Qué has dicho? -Ella no acostumbraba a decir esas cosas, me sorprendió su comentario. Me iba a gustar MUCHÍSIMO este domingo.
Se quedó pensativa antes de contestar. Con sus ojos azules mirando a mis ojos negros. Con su pelo rubio haciendo competencia a mi pelo castaño. Con sus pecas compitiendo con mi perilla. Y ahí estaban el pesimismo y el optimismo personificados, sentados en una cama de matrimonio. Con el pesimismo pensando qué contestar, y el optimismo conmoviéndose con la alegría que mostraba hoy el pesimismo.
-Que me beses.

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