¿Qué significará el tiempo sin relojes?

lunes, 5 de septiembre de 2016

Cosas que quiero hacer (para siempre y de forma excluyente)

Beber leche de arroz. Rechazar los lácteos. Leer en la cama con canciones de Wilco que no conozco reproduciéndose desde mi móvil, reproduciéndose hasta el infinito desde mi móvil. Calificar vídeos porno en mi cabeza. Morderme las uña del dedo gordo. Chatear. Chatear con personas a las que quiero y también con personas a las que no quiero que me demuestran lo buenas que son las personas a las que quiero. Pensar que este boli es una mierda. Doblarme en una cama muy grande cuando estoy sola y quiero salir a que los cuervos se beban mis ojos. Quejarme del papeleo. Odiar el papeleo. Odiar el concepto de papeleo. Beber vino con alguien que sepa hablar. Cualquiera. No ser nada. No ir a clase. Ir a clase y leer a escondidas por debajo de la mesa. Ver telebasura. Ver películas, ver muchas películas. Películas en las que haya besos. Besos entre personas que estén saliendo de la adolescencia y que estén perdidas. Como yo. Tumbarme a mirar el techo y tocar mi cuerpo. Comer. Ah, Aida, empiezas a ser cargante. Salir y que la Ciudad haya cambiado. Que tenga una capa nueva. Solo me hace falta una capa para salvarme. Lo único que me separa de la salida es una capa, una capa. Encender velas. Morderme los labios. Lavarme los dientes. Llorar. Reírme de forma escandalosa en público. Quemar algo. Quemar todas mis cosas. Quemar. Rehacer todas mis cosas después de quemarlas y regalarlas. Que a todo el mundo le vaya bien. A todo el mundo. Menos a mí, porque yo no nací para eso. Yo no nací. A mí me crearon con unn lápiz. Y un cordón de zapato. Y agua. Ver mil veces el vídeo nuevo de Adele. Tener las uñas de Adele. Que a Adele le vaya bien. Que el ex de Adele sepa que es un cabrón, pero que le vaya bien. Que todos los hombres que han sentido algo por mí me perdonen. Que todas las mujeres que me han besado encuentren otra boca mejor. Otra boca. Porque yo no nací para eso. Dibujar un basilisco. Saber qué pasaría si me tirara por un puente. Decirle a él que yo no quería. Vomitar. Ver crecer a mi perro. Ver crecer a mi hermana. Verme crecer. Terminar este diario. Irme a vivir a otro sitio. Tener una casa. Llenarla de fotos. Y de recortes. Y de dibujos. Llenarla de velas. Que huelan a talco. Vivir sola. Por favor, no vivir sola. Casi sola. Casi sola y. Mi corazón es espuma plateada. Mi corazón es la espuma que se forma tras tus dedos cuando te lavas la cara. Mi corazón es la espuma que sale de la boca de los que se mueren envenenados. Que mi corazón sea mi corazón. No burbujas, sino mi corazón. Que Adam y Dan puedan dejar de beber. Que Adam y Dan se emborrachen hasta perder el sentido y los colores y las náuseas. Comer ramen. No comer nada. Dejar de pensar que quiero morirme. Enterarme de que no quiero morirme. De que Ellen se tiró de un puente porque la vida era como escuchar a alguien muy pesado, pero yo no. Yo sé que no. Yo no tengo dieciocho años. Tener dieciocho años. Una capa. Solo una capa. Todo más húmedo o más frío o menos brillante. Cambiar de gafas. No salir nunca de la ducha. No salir nunca. No querer salir nunca. Que S.B. lea mi libro. Que mi libro no sea una sucesión de vómitos y fascinación. Dejar de fascinarme. Dejar, por favor, de fascinarme. 

Ah, Aida, empiezas a ser cargante. 
 

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