¿Qué significará el tiempo sin relojes?

martes, 21 de junio de 2011

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El coche, a 46. Mis manos se aferraban al volante fuertemente (posición dos menos diez), sonaba Queen en la radio. Pasábamos al lado de un Starbucks y Amanda gritaba desde la parte de atrás que quería bajarse. Olía a tierra, hacían 39 nefastos grados y sentía como me sudaban hasta los dedos de los pies. Por la ventanilla, salía la mosca que había estado todo el camino estorbándonos, pero no se enteró nadie. En el asiento del copiloto, Jim dormía (no sé cómo podía hacerlo con los berridos de Amanda).
En ese momento, en ese segundo que permanecería para siempre en mi cabeza, tomé mi decisión: Me voy. Me largo, huyo.

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