Aún reecuerdo tus promesas... agridulces como tú. Y recuerdo el dolor... amargo, asfixiante. Cortante. También aquel día. Llovía, el autobús estaba llegando y besaste mi mejilla. Te levantaste y, a modo de despedida me sonreíste -aunque tus ojos se veían jodidamente tristes- y soltaste un ''hasta otra''. Apenas un susurro. Pero esa fue la última vez que te vi. Paradójicamente, las últimas palabras que oí salir de tus labios fueron que volveríamos a vernos... ¿Puedes dejar de hacerme esto?
No hay comentarios:
Publicar un comentario