¿Qué significará el tiempo sin relojes?

jueves, 29 de diciembre de 2011

Dobles.

Él temblaba con el auricular en la mano mientras observaba como las frías gotas de agua borraban lentamente todo lo que había pasado aquel día. Sonreía de una forma casi imperceptible al perderse en la voz que salía del teléfono. 
Ella hablaba de una forma rápida y confiada. Le contaba que algún día se iría a vivir a Venecia y que entonces, sólo entonces, podría llegar a ser totalmente feliz. ¿Por qué? Ella tampoco lo sabía.
Él escuchaba de forma automática, intentando guardar cada palabra en algún rincón de su cabeza para poder entretenerse rememorando sus ocurrencias en cualquier momento.
-¿Y no entro yo en esos planes de futuro? -dijo él de una forma tímida (cuando su intención había sido sonar rudo y decidido).
-Oh... y qué sé yo. Tal vez sí, tal vez no. Al fin y al cabo aún no has superado el período de prueba y yo aún no estoy segura de poder acarrear en mis espaldas tu presencia en mi vida demasiado tiempo. -sentenció.
-¿Por qué?
-Nadie me garantiza que no vayas a huír de mí a la primera de cambio.
-Te lo garantizo yo. No podría, nos une algo más fuerte que todo eso que tú pareces evitar. Es más, te voy a hacer una promesa que pienso cumplir a rajatabla: No te haré daño jamás. Estaré siempre que me necesites, nunca me cansaré de ti.
Los dos suspiraron a la vez y de la misma forma, como si aquello no fuera más que una escena de naturaleza dudosa de una película. 
-Tengo que colgar. Buen provecho si vas a comer ya, y por si no hablamos, pasa buena tarde, buenas noches, buenos días y suerte con lo de tu hermana.
-¿Te estás...?
No le dejó terminar: colgó el teléfono enseguida.
No se estaba librando de él como él pensaba. Simplemente quería evitar el momento de decirle que no creía en nada de lo que él le decía, porque ya se lo habían dicho tantas veces que se lo sabía de memoria. No veía la forma de decirle que había llegado tarde a una función corta.

No hay comentarios: