¿Qué significará el tiempo sin relojes?

jueves, 7 de enero de 2016

nota a (introducir aletas)

 
"Si el lenguaje
este modo austero
de convocarte
en medio de fríos rascacielos
y ciudades europeas
fuera
el modo
de hacer el amor entre sonidos
o el modo
de meterme entre tu pelo"
(Cristina Peri Rossi)
 
 
Para un pez, de nuevo. Lenguaje. No conozco buenos poetas franceses (lo confieso) y no he leído a Virginia Woolf, pero mi lenguaje es mi lengua que tiembla nerviosa cuando me salgo de amor por los costados. Tú vas más despacio, quizá porque sabes más que yo de rascacielos que todavía no he construido. Yo no me asusto. Es lo que tenía que haber dicho aquel día, pero lo he tirado al pozo de mi estómago. Y tú piensas en convocarme. No, mentira: y tú piensas en lo que pasaría si ya me hubieras convocado y me hubieras asido por las vértebras y me hubieras llevado con los labios cerrados hasta la esquina de tu barrio. ¿Te asustas? Yo, repito, no me asusto. Solo pienso. Escucho, leo y pienso. Debajo de las mantas. Estoy estropeando el poema. Vivo estropeando el poema. Pero un poema estropeado, amor. Un poema hecho hebras y migas y estrellas. 
 
Por alguna razón, sé que me acordaré de ti durante mucho tiempo.
 
Y mira que me gustabas. Y mira que eras la palabra que tenía clavada en los tobillos.

Corto y cambio.

(La vida es siempre unilateral, querida niña rota)

 

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