¿Qué significará el tiempo sin relojes?

lunes, 4 de junio de 2018

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No quiero volver a decirte que soy retorcida. No quiero ponerte más ejemplos ni mostrarte más cicatrices ni volver a decirte oh, mira, mira todo esto mira este páramo mira lo que hay detrás de mis ojos un compartimento secreto. Llevo aquí mucho tiempo (no tanto tiempo, pero qué es el tiempo y qué es todo si tienes un paraguas abierto en la garganta, si siempre te olvidas el paraguas y te mojas y deseas mojarte pero llevas uno abierto y roto en la garganta), ya no me sale la voz como antes ni miro hacia las luces como antes. Las luces me perforan el estómago. Tengo úlceras de luces. Me duelen, pinchan como uñas que nadie ha cuidado nunca; nadie me ha cuidado nunca, me duelen y me doblo y supuro. Tanto líquido, mira, todo este líquido soy yo. Yo soy agua y una llama que flota en un sitio que desconozco. La llama es estrecha pero lo calcina todo, todo, a mí, me estoy quemando y tengo el agua pero no sé dónde está el incendio. Y no puedo enseñar el incendio. Pero no voy a decirte que soy retorcida. No voy a decírtelo otra vez. Otras veces. Las palabras están en mi garganta y laten como corazones de vaca en el matadero. Qué matadero hay para un mensaje, dónde le corto la garganta, dónde le clavo la hoja de un cuchillo y le miro a los ojos y le oigo gritar. Dónde convertimos al dolor en animales, dónde nos doblamos a decir esto es injusto no quiero que se mueran, dónde puedo hacer como que no quiero que se mueran porque, oye, no depende de mí, es sano el deseo cuando el deseo no tiene solución, es sano el deseo cuando solo un túnel y nunca el final, nunca el objeto, ¿te ha destruido alguna vez algo que has creado? ¿un ruego, un rezo? ¿tú? Úlceras de luces. La sangre está llena de neones. Y anuncian ERES RETORCIDA ERES CRUEL TE VAMOS A ARRANCAR EL COÑO. Qué cosas quiero yo de los demás. Qué cosas busco yo en los demás. ¿Has visto cómo miran los demás? Soy un pozo negro, soy un pozo negro y lo único que me acompaña es la vegetación pútrida de las profundidades; lo único que va conmigo es lo que nació para lo oscuro; sería imposible, sería imposible, nos tragaríamos las piedras como una pastilla para el dolor (pero yo soy retorcida y entonces todo dolería más, porque todo duele más cuando yo lo toco, porque los demás miran así pero yo miro sabiendo lo que es el dolor y habiéndome comido todo mi dolor, yo he hecho un puré con mi dolor, yo me he untado el dolor en los brazos y en las piernas y en los pechos, yo he lamido el dolor de mis dedos y después me lo he metido en los huecos de los ojos. Ahí no lo encuentra nadie. Ahí no busca nadie. Nadie, nunca, nadie). Será necesario desollarse, meterse en la garganta un explosivo o un tapón u otra vida. Será necesario asquearse y mirarse y escupirse y decirse que todo es lacio y extensible; que todo nos pertenece y si nos pertenece está roto. Nací para repetírtelo. Nací para advertirte y para la bajada del cuchillo en el cuello del mensaje; el mensaje llora y yo quiero que llore. Quiero que llore. Quiero chuparle las lágrimas. Quiero guardarme las lágrimas (la primera vez que alguien hizo que me mojara me metí los dedos en la vagina y después en la boca porque quería guardar para siempre el sabor y la certeza de que no estaba mal hecha). ¿Te enseño el incendio? ¿O eliges el agua? Qué escoges de mí. Qué escoges. Escoges algo. Los neones y los glóbulos y mi sexo húmedo como una estrella. Húmedo por las estrellas. Dime si valgo la pena o si debo ser un animal o latir como el dolor de un animal o si todo duele cuando yo lo toco o si tengo derecho a hacer que algo duela cuando yo lo toco. No, no, no. Nadie tiene derecho al dolor. Yo quiero mi dolor pero no tengo derecho al dolor. Yo quiero enseñar mi dolor pero no tengo derecho. Yo quiero hacer un fuerte con mi dolor y vivir en él y no volver a decírtelo pero no tengo derecho. No voy a volver a decírtelo. No voy a volver a decirte nada. Porque yo, mira, mira, yo, un cadáver, una hoja, un charco lleno de colillas, yo, una estrella hinchada de fluidos, no puedo decir otra cosa. Todo lo que digo significa lo mismo. Todo lo que digo es lo mismo y por eso hablo tanto y por eso te lo cuento todo: porque te lo estoy rogando, porque estoy de rodillas y te lo pido y por favor, por favor, adivínalo, por favor, déjame aquí, no lo intentes más, no vale la pena, estoy rota y mi sexo lleva al cielo pero es un engaño, es un engaño porque el cielo al que yo llego está ardiendo, porque de ahí caes en picado y no eres más que un jirón de cenizas, porque caes sobre un estanque pero ya es tarde porque nunca sabrás dónde tenías el fuego, porque puedes llevar el agua encima del fuego y no lo sabrás nunca, porque de mí no lo sabrás nunca, porque aquí no busca nadie y tengo salvación pero mi estómago ha empezado a crujir. A crujir. Como la leña. 

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