¿Qué significará el tiempo sin relojes?

sábado, 5 de mayo de 2018

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Escribo porque me doy miedo. Escribo porque despierto y me ahogo y deseo no estar o estar pero no yo, y escribo porque despierto en el sofá o en la guagua o en los brazos de mi madre y abro los ojos y temo que salgan disparados y que se claven en la pared. Temo que hagan agujeros en la pared. Temo que mis ojos sean duros y que atraviesen las paredes y que lleguen a algún sitio al que no quieran mirar. Temo que mis ojos no se asusten. Lo temo y escribo y me hago heridas en las uñas porque aprieto demasiado. Aprieto demasiado, ¿lo sabes?, y me pico los brazos y me hago sangre y la miro y veo cómo se refleja en ella la lámpara. La luz de mi sangre es artificial; la luz de mi sangre es la luz de mi casa, y mi casa no es mía, y en mi casa me cambio de cuerpo (Orlando, Orlando, Orlando) y no hay cuerpos guardados pero están todos. Alineados, alineados y brillantes: se limpian unos a otros y se lamen unos a otros y hacen el amor pero después se odian, y se odian en el fondo, pero también se quieren y se escriben y se dan miedo. Escribo porque me doy miedo; escribo porque mis ojos son un cajón de doble fondo, escribo porque deseo ver cómo se pudren las cosas y deseo adelantar el tiempo y que las cosas se hayan podrido. Deseo que todo esto caiga. Lo deseo tan fuerte que me excito. Lo deseo tanto, tanto, tanto. Quiero saltarme todas las citas. Quiero meterme debajo de un edredón y quiero decepcionar a todo el mundo. Quiero que todo lo que he hecho antes encaje con lo que piensen de mí después: quiero que digan que siempre fui maleducada, que tenía una mirada confusa, que parecía esconder algo. Escribo porque pienso regocijarme en no haberlo planeado. Escribo porque pienso. Porque pienso reventar. Escribo porque voy a reventar. Escribo porque lato y los demás laten si están vivos pero yo lato porque hay una lucha: yo lato porque salgo y entro y salgo y entro y soy en lo que se abre pero nunca en la realidad. Escribo porque no quiero la realidad. Quiero meterme la realidad en la boca y hacer un nudo con ella. La luz de mi sangre no es nada. La luz de mi sangre está llena de hormigas. No pueden con ella; ni siquiera las hormigas pueden con ella. ¿Lo sabes? ¿Lo sabes? Escribo porque es posible que me muera. Escribo porque me muero todos los días y nunca sé cómo sentirme; escribo para decirme cómo me siento, y lo hago porque sé que digo mentiras. Que me digo mentiras. Que quiero estar más limpia y que rechazo este charco de fluidos: rechazo las cosas con las que me resbalo o sobre las que patino o a través de las que veo el mundo, y lo rechazo todo menos el mundo a pesar de que el mundo no tiene nada que ver conmigo. Porque yo doy miedo. Porque yo estoy dentro con la sangre pero hago que la sangre retroceda. Porque yo invento enfermedades y raspo los nudillos contra muros y meto palabras en los oídos. Yo no salgo de los oídos y tampoco salgo de la boca y por eso escribo; escribo para no dar miedo. Escribo para hacerme una casa y esa casa no tiene lámparas: qué crees que nos hace falta ver, qué crees que querremos mirar, dentro de esto no hay nada, escribo por los espacios vacíos y por lo que debe llenar los espacios vacíos, porque la reserva para el vacío está podrida y huele bien y sabe a azúcar, porque es posible que prefieras la reserva a la realidad, que quieras rozar la reserva y pasártela por todo el cuerpo; es posible que quieras decirte, ¿lo sabes?, que todo es mentira, que la literatura es una forma de ser de verdad y que todo lo demás es mentira, que la literatura es retorcida y es confusa y te permite decir las cosas que de otra forma no puedes. O que de otra forma no quieres, porque te das miedo. Porque me doy miedo. Escribes porque te despiertas y deseas cesar de existir. Escribo porque me despierto y deseo cesar de existir. Porque lo sé pero estoy anclada y hay cosas que me importan y a veces no, a veces las dejaría todas, a veces es demasiado dolor en el fondo de los ojos o en el pecho o en la vagina, a veces es un tacto áspero que aún recuerdo, que recordaré siempre, tal vez recuerde siempre cómo eran todas las cosas que me han tocado, tal vez un orgasmo no sea más que recordarlo todo, tal vez yo no sirva para esto o tal vez yo dé demasiado miedo o tal vez yo no merezca nada. Me lo merecía? Merecía el tacto y la aspereza y las heridas dentro de los labios y esas cosas? Qué hice? Escribo porque no sé qué hice. Porque sé que hice algo. Porque estoy indefensa pero también soy el peligro; escribo porque tuve un enemigo y ahora lo siento dentro; porque entró, entró, entró y no soy capaz de sacármelo, porque lo tengo agarrado con las uñas y me doy miedo, porque provoco que se mueva y me doy miedo, porque hace frío y me doy miedo, porque quiero lamer al enemigo y saber si en mi matriz hay hielo y me doy miedo. Escribo porque quiero saber por qué doy miedo. Escribo porque quiero saber para qué doy miedo. La reserva. Elijo la reserva: que todo se vaya y esparcir lo que estaba solo; lo que estaba sucio: eso soy yo; yo soy lo que está sucio; estoy sucia; me doy miedo, me doy miedo, me doy miedo. Escribo. 

Escribo. 

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