¿Qué significará el tiempo sin relojes?

lunes, 28 de marzo de 2011

Bianca.

Esa era Bianca: ojos negros, melena oscura, tez blanquecina -paradójicamente daba razón a su nombre-.
Salía siempre de noche y se sentaba al borde del muelle, con los pies colgando. Cerraba los ojos y ahí se quedaba; si se le caía un zapato no se movía. Una vez conté -asomado a mi ventana, desde donde la veía cada noche- cuántos zapatos había perdido en ese muelle y, cuando dejé de hacerlo iba por los ocho. Pero cada día llevaba unos zapatos nuevos, un vestido nuevo.
No temía que me viera en ese pasivo espionaje nocturno. Ella no estaba ahí, en el muelle, frente a mi ventana, estaba viajando. Viajaba por todos los rincones del mundo, visitaba París, Italia, Egipto, en un abrir y cerrar de ojos. Cumplía sueños ahí sentada, dentro de su burbuja. Al menos, la imaginación era suficiente para esperar la verdadera oportunidad. Supongo...

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