¿Qué significará el tiempo sin relojes?

lunes, 27 de febrero de 2012

    –En fin, deberías creerme cuando te digo que no te reconozco... al fin y al cabo, nadie te conoce mejor que yo. Bueno –corregí– nadie te conocía mejor que yo, porque tal y como están yendo las cosas, podrías haberte convertido en miembro de otra especie y no te habrías dado ni cuenta. ¿Por qué tuviste que irte, eh? –conseguí encender por fin el cigarro y me aplaudí mentalmente por ello– Y lo peor de todo es que lo hiciste como si me estuvieras haciendo un favor con tu marcha, ¡y sin despedirte! ¿qué me dices de eso? Nunca te pedí que te fueras, pero siempre te dejé claro que el día que lo hicieras, quería que te despidieras de mí. ¿Acaso sigues con el maldito juego de hacer lo contrario a lo que te digo? Entonces te voy a dejar algo claro: No me llames. No me devuelvas la llamada. No me contestes a este mensaje. Y, por encima de todo, no vuelvas. Por cierto, aún tengo tu dichoso CD. Cuídate.
     Colgué el teléfono y por una vez en mucho tiempo me sentí terriblemente estúpida.

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