¿A veces no te dan ganas de destrozarlo todo?
De explotar,
de gritar,
de llorar,
patalear,
de quemar las cartas
y las fotos,
de arrancarte la cabeza
simplemente para no pensar,
de caer y caer,
de no ser nada,
de romperte,
de quemarte,
de congelarte,
de desintegrarte,
de joderlo todo y joder a todos,
o casi,
de darle una patada al mundo
y que se vaya a la mierda contigo,
de cogerlo con un lazo y hacerlo zumbar
para que todos se enteren de tus terremotos,
de hacer estupideces
y cosas que no resuelvan nada,
de ser una muñeca,
o un maniquí
y no digamos un gato,
de volar,
de renunciar a todo
o simplemente mudarte a los sueños
donde todo existe
y todo es posible
y nada se apaga lentamente.
¿Y qué haces?
Disimulas y sigues ahí,
pensando
sonriendo
existiendo
fingiendo
manejándolo todo
de una forma calculada
siempre del mismo modo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario