¿Qué significará el tiempo sin relojes?

lunes, 22 de abril de 2013

casinoexistes



Vamos a omitir que no conoces estos diecisiete míos que me hacen querer parar el tiempo y guardármelo entre las zanjas de la mano. 
Vamos a omitir ese mundo estratosférico de fuego líquido y sonrisas no tan limpias al que viajamos aquel día en el que empezaban mis dieciséis. Vamos a omitir que esos mismos dieciséis fueron los que terminaron alejándome de ti y se convirtieron en un año de mierda que quería aparentar estar pintado de flores. 
Vamos a omitir que cumplieras la veintena mientras me reprochabas que no iba a acordarme (cuando lo cierto es que aún recuerdo la fecha y lo he hecho siempre). 
Vamos a omitir aquellos quince míos de quererte en un susurro y no saber no recordarte al pensar en mí misma. 
Vamos a omitir mis catorce de tenerte sólo un poco y perderte sin que tú me perdieras, de que aparecieras de vez en cuando y me agarraras con anzuelos las comisuras de los labios para hacerme sonreír. 
Vamos a omitir mis trece de casinoexistes, de rebuscar entre mis cajones por si te encontraba de repente aunque, qué quieres que te diga, no sabía qué buscaba (mis trece de aquella conversación nada importante que los dos recordábamos al llegar los quince). 
Vamos a omitir mis doce de conocerte sin querer y reírme por lo bajo de tus chistes, del chico mayor, de no saber a qué me enfrentaba.
Vamos a omitir que siempre estuvimos presentes pero que no lo sabíamos. 
Vamos a omitir que tal vez el destino (si es que existe) quisiera darnos una lección de ésas con las que en teoría deberíamos aprender algo. 
Vamos a omitirlo todo porque ya no importa, porque el tiempo borró con una goma áspera todo lo que significaron las llamas frías de una adolescencia que todavía no ha terminado. 
Vamos a omitirlo porque no queda más remedio.
Pero no puedo omitir que hoy me acordé de ti al abrir cierto libro y encontrarme un pétalo seco de rosa que no sé cómo se coló de nuevo en mi vida. No puedo omitir que la primavera me jode un poquito cuando te paseas por mi cabeza con las manos en los bolsillos y colorines en los ojos. No puedo pero quiero, y la impotencia de no quererte pero recordar lo que era hacerlo (una puta montaña rusa) me trae una sensación que nunca entenderé.
Vamos a omitir que hace calor. Centrémonos en el frío de aquel diciembre que lo rompió todo. Tal vez así me dé por volver a reírme de todo y de mí. 

2 comentarios:

I.R.H dijo...

Joder..

BRAVO!!!


*O* Escribes como los ángeles...

Caótica dijo...

Gracias!!!! <3 Pero exagerar es malo querida Iballa! jaja Un beso!