¿Qué significará el tiempo sin relojes?

sábado, 28 de diciembre de 2013

ese reloj se está tirando a mi esperanza


la opción. ¿cuál es?
la opción.
la opción de recuperarte, de volver a ti como si fuésemos imanes de polaridad opuesta.
y, sin embargo, mientras intento sacar fuerzas de flaqueza, calculo mentalmente la tormenta de acontecimientos que estoy apunto de desencadenar.
tú, yo.
tú yo.
tuyo.
yo qué sé...
creo que tenderíamos de nuevo hacia abajo, que no merecería la pena. que quizás al principio el cemento cuajase, pero más tarde volveríamos a tirar para librarnos de lo que nos une y desligar nuestros ciclos vitales. me mentirías un poco, y yo te colaría historias de ésas que mi cabeza produce para que no te aburras de las curvas de mi montaña rusa. nos inventaríamos de nuevo una realidad, y crearíamos, imaginando, un mundo en negativo en el que pudiésemos cambiar nuestra composición atómica para no ser los mismos pero, a la vez, serlo. y contaríamos las baldosas del cielo. catalogaríamos las flores que brotan en la acera. me reiría de ti un rato, y tú te reirías conmigo.
me deslumbra la posibilidad de acceder, de nuevo, a ti. o a nosotros, a lo que creábamos. a aquel universo alternativo que solamente era tuyo y mío, que se regía bajo nuestras normas nunca escritas pero totalmente interiorizadas. lo admito, quizá sería terriblemente acogedor volver a meterme bajo los rayos de tus pupilas. sería inefable permitir que fuésemos ambos quienes moldeásemos, como conjunto, nuestras vidas. es difícil, aburrido hacerlo sin ti. no. quizá no. quizá no es difícil hacerlo sola, sino que hacerlo contigo me parece una opción fácil, factible.
sin embargo, llegaría una bajada y volveríamos a tomar constancia de que el mundo en negativo comprende exactamente los mismos defectos, las mismas virtudes que el mundo real. dar una vuelta completa no importa, porque todo vuelve a su cauce. quizás al principio todo parezca distinto, pero todo se dilata con el tiempo, y el más mínimo fallo, la más mínima desviación en el camino se convierte en grande con el correr del reloj..
hay dos líneas paralelas. dos vías paralelas. y, en un arranque, las giro. 180 grados. les doy media vuelta, de manera exacta, medida, obsesiva. y mis vías no se juntan. quizás, si las mareo y les doy vueltas, pueda llegar a pensar que lo que veo es un círculo y, a causa de la velocidad, las propias líneas piensen que se tocan. y quizá rían, y lloren de alegría, y acaricien el aire, y conviertan esos instantes en vida, y giman y tiemblen y se retuerzan pensando que, entre las vueltas, están follando. pero, al parar, las líneas vuelven a mostrar su apariencia original. jamás van a tocarse. por mucho que anden, que crezcan, que tiendan hacia arriba, hacia detrás, hacia la izquierda, nunca, jamás se rozarán...
su distancia jamás disminuirá.
tú y yo somos así, ¿sabes? somos paralelos. cuando estamos juntos, damos tantas vueltas que nos mareamos, nos desconcertamos y nos embutimos en ese cuento, en esa realidad ajena que nos inventamos y que hacemos nuestra. y, mareados, no sabemos qué ocurre. así que nos ponemos en el mejor de los casos, y pensamos, atolondrados, imbéciles, terriblemente gilipollas, que esto tiene sentido. que podemos. que por fin hemos llegado a tocarnos, que hemos conectado, que nos hemos vuelto anillos con un pequeño roto por el que juntarnos y no aros herméticamente enteros y terriblemente solos.
entonces, ¿de qué sirve la opción? ¿de qué me sirve recuperarte un rato, girar como una loca y arquear la espalda en un plástico orgasmo que después me deje dando vueltas, desajustada al mundo real? ¿qué importa que me divierta el giro si después me caigo al suelo?
somos líneas paralelas, y lo malo del razonamiento es que, utilizándolo, podemos adelantarnos a lo que la experiencia va a enseñarnos. podemos saltarnos el paso, dejar de cometer errores simplemente basándonos en un razonamiento que parta de leyes ya demostradas, de conceptos refritos. no me hace falta girar para saber que voy a marearme, y no me hace falta correr hacia delante como una imbécil para corroborar que nunca llegaremos a tocarnos de verdad.
razono...
y me doy cuenta de que será lo mismo que haga uso de mi opción, porque volveremos a crear imágenes de mentira y, al final, terminaremos con las manos vacías y llenas de arañazos. puedo adelantarme, y mientras hago acopio de fuerzas, desisto. no es cobardía. es inteligencia.







(Quiero añadir,
por el bien de tu salud mental,
que "a bocajaro" significa que no he tocado el texto.
Escribo, cuelgo,
y como salga el desvarío)



No hay comentarios: