¿Qué significará el tiempo sin relojes?

domingo, 12 de octubre de 2014

para qué peleas



Te lo robo. Me lo quedo. Ahora es mío. Me hago con un segundo de tu vida y lo uso como a mí me da la gana, y para qué peleas. Para qué te mueves. Quédate quieta, cierra los ojos, relaja los pulmones. No pasa nada. No voy a hacerte daño. Mira, ahora solamente cojo el pincel con las yemas de los dedos. Lo estoy agarrando muy suavemente, y con un leve movimiento lo mojo en pintura. Es amarilla, ¿ves? A ti te gusta el amarillo. Es el color de los girasoles, tía. Que te gusta. Sólo voy a agarrar el pincel, nada más, sólo mis dedos y el mango de madera, y espera un momento, déjame ver lo que pasa si me acerco... No, no. Quieta. Que me toca. No te va a doler, sólo voy a deslizar los pelillos del pincel por tu mejilla y... Joder, ya está, te estoy diciendo que no te va a doler, que no pasa nada. Es algo que tarde o temprano va a pasar, ¿lo entiendes?, va a pasar por mucho que lo dilates en el tiempo. Así que para qué coño peleas. Venga, mira, poquito a poco, despacio deslizo el pincel por tu mejilla, ahora te dejo sólo un trazo, ¿vale?, un trazo amarillo, es muy fino, no lo va a ver nadie. Sólo tú y yo sabremos que tienes la cara un poco pintada, ¿sí? Sólo tú y yo. Un secreto. Es bueno tener secretos, aligera la carga de la vida y nos une a los demás. Si quieres, no sé, si quieres te enseño a pintar caras. Es algo súper básico en la vida, pero mucho, si no sabes pintar caras estás perdida. Coge este pincel, que es un poco más grueso y traza mejor. Toma. Ahora sujétalo con fuerza, con ímpetu, y mójalo en la pintura. En la azul. Sí. Yo dirijo tu mano. Ahí, al lado del ojo. Aprieta un poco. Dale. Sí, lo estás haciendo de puta madre, creo que si sigues así podrías pintar un cuadro. ¿Te imaginas?, la Mona Lisa en tu cara, la Trinidad en los pómulos, El Beso en la barbilla. ¿Te gustaría? No arrugues la frente. Tienes que tenerla bonita para poder... No, no, no. No te muevas. Me toca pintarte, ¿recuerdas? Joder, pero si hasta tú misma lo haces. Si tú te pintas. ¿Cómo vienes a decirme que no quieres más? ¿Eres tonta o qué? ¿No ves que no pasa nada? Para. Que sigo. Esta vez te toca verde, y además te voy a pintar toda la nariz, para que veas que no duele. Que no duele. Que no. Que te estés quieta. Que me toca pintarte. Que le voy a decir a todo el mundo que ese tajo azul te lo hiciste tú. Déjame, venga, sólo un momento, un trazo más y después te dejo en paz para siempre, en serio, no vuelvo a coger un pincel en mi vida, no vuelvo a acercarme a ti con un bote de pintura, te regalo cosméticos para que te limpies los colores y te hago la cama un mes. En serio. Sí, ¿me dejas?, venga, verde, verde. Esta vez cojo este pincel, que no lo hemos estrenado y es nuevo. Cómo me gusta pintarte. Algún día podrás pintarme tú, y todo será... ¿Cómo que no? ¿Cómo que no, joder? Pero para qué peleas. Que ya tienes tres colores. Para qué te mueves. Este segundo es mío, y te tengo aquí, a mi lado, y puedo hacer contigo lo que me salga de la punta de la polla. Puedo pintarte la cara y el vientre e incluso el culo, y tú no puedes hacer nada, porque si lo haces le voy a decir a todo el mundo que ese trazo azul... Joder, que no te muevas, que te estés quieta. Que cierres los ojos, puta. Que te calles ya. Mira, me importa una mierda. Coge este pincel. Ahora. Que lo cojas. Cógelo, joder, pedazo de puta. Que no vales para nada, hostia. No sabes ni pintar. Mójalo en rojo. Acércatelo. Ahora, justo ahora te vas a pintar la frente. Con el pincel y la pintura roja. Te vas a dibujar la frente y vas a escribir: puta. Y cuando salgas a la calle todos lo verán. Si hubieras estado quieta todo habría sido amarillo, y no habría rojo en tu conciencia. No te habrías jodido, imbécil. Porque este segundo de tu vida es mío. Para qué peleas. Para qué te mueves.


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