¿Qué significará el tiempo sin relojes?

lunes, 28 de marzo de 2016

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Y tu casa, y mi casa, y estas manos. ¿Qué hago con ellas ahora? Si miro al cielo (siempre que miro al cielo) me duelen los hombros. Tengo como omóplatos dos piezas de puzzle. Coleccionar las esquinas de mis hombros es reunir mi vida. Verás: tengo acumulados los abandonos y me duelen las costillas. De torcerme. De respirar. Una vez me toqué tantas veces que después me dolía respirar (y era tan dulce). Tengo sombras escritas en los muslos. He tecleado mi historia sobre la piel. Los ojos se cuelan por las rendijas y quieren leerla, descifrarla, enterarse. Yo no quiero decir nada. No hay palabras, no hay nada cierto, y eso no quiere decir que sea mentira. Que yo sea mentira. Si miro al cielo (siempre que miro al cielo) me duelen los secretos. Hay algo en mi anatomía que me delata. Hay heridas y curvas y desastres que explotan sin que pueda cubrirme. No te escondas, Aida. La vida es quitarse la máscara. La vida es juntar las piezas de puzzle. Y no pudes hacerlo sin romperte. El cielo es peso.
 

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