¿Qué significará el tiempo sin relojes?

martes, 24 de junio de 2014

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Buenas noches, 
las noches nunca son buenas porque hace frío, y las estrellas están tapadas por una puta capa de luces que son de mentira, que no alumbran como el sol, que no dan calorcito. Nunca son buenas porque a veces estás contenta, entretenida, bien, y tienes que irte a dormir porque al día siguiente tienes que madrugar y entonces con la noche te viene la certeza de que las madrugadas y las mañanas nunca son buenas... Las noches nunca son mejores que los días, porque hay poca luz en la calle y no ves dónde pisas, y no puedes hacer ruido ni beber café, ni sentirte radiante y tumbarte para que el sol te dé en toda la espalda. Nunca son buenas porque siempre terminas manchándote con algo, y no ves que te manchas, y no puedes acudir corriendo al baño para limpiarte con un papel mojado, y la mancha penetra y penetra y penetra en la tela, y cuando llegas a casa y te acogen esas luces también artificiales, pero que al menos no roban estrellas, te das cuenta de que estás hecha una mierda. Las noches nunca son buenas porque te vas a dormir sola y no puedes salir a la calle a buscar un poco de calor, nunca son buenas, no lo son...

Pero entonces llegas a la cama y cierras los ojillos, y sólo ves la oscuridad de lo que tapa tu mirada, y ves como un vacío, como si fuera el espacio, que se llama espacio porque no hay nada y caben muchos muebles, muchas cortinas que en casa sí que no terminan de caber. Espacio, eso es lo que es, lo que tienes. Espacio para desparramarte, para ser tú al completo y entrar en ese mundo único que albergas dentro del coco. Espacio, espacio, el espacio de tu cráneo. Y te duermes, y el espacio se hace más grande, y se llena de imágenes y sensaciones y a veces de sabor, olor, tacto. Te duermes y sueñas, materializas lo que siempre llevas dentro aunque no lo parezca. Porque siempre llevamos dentro los sueños, imágenes inconexas de lo que somos y el airecillo que tenemos dentro del esqueleto. Siempre somos los mismos, lo mismo, y cuando nos dormirmos las noches dejan de ser malas y se convierten en simple espacio que llenar. Porque quizás amanezca dentro de ti, y tú serás una cáscara que reposa sobre el colchón, y mostrarás al mundo la dualidad de tu cuerpo. Quizás amanezca y ya no sea de noche, y se salve el momento y seas, dentro de ti, tú al completo.

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