¿Qué significará el tiempo sin relojes?

sábado, 12 de julio de 2014



Todo sucede deprisa.
En la calle, las gotas de lluvia derrapan por el aire, y tap, tap, tap. Caen sobre la multitud de latas desparramadas por el pavimento, latas vacías y cubos abiertos, envases que brotan en el ojo como si pudieran sofocar la gotera, evitar que la calle se llene de agua y se cree un pequeño río artificial. Y la lluvia sólo es eso, una gotera, un pequeño agujero en el cielo que se abre y deja pasar la riada, una tormenta que quizá suceda en el mismísimo espacio. La lluvia sólo es una gotera.
Pero todo, todo sucede deprisa.
Estoy sentada en el sofá, y apoyo los pies en la mesa de centro del comedor. Me miro las uñas, que están pintadas de negro. Y en realidad, la pedicura es una cosa muy absurda. Porque puedes hacértela mal, al trancazo, y nadie se dará cuenta. Los pies siempre están lejos, en las antípodas del cuerpo. Y quizá, si falla un trazo, no lo vea nadie. Mientras pienso esto, todo sucede.
¿Qué sucede?
Todo. 

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