Nadie preguntó por mis ojeras,
esas que llevaban tu nombre escrito a fuego
y una noche oscura guardada
para siempre en el filo de su curva,
torturándome por la mañana,
recordándome lo que la vida me prohibía,
que me faltabas y que sin ti
también faltaba yo a medias.
Nadie preguntó, doy las gracias en silencio
porque no sé mentir ni decir la verdad.
A medias, también te llevo,
y te llevo en los bolsillos
porque no sé dónde guardarte.
Puedo cegarme
si no me dejas ver la luz.
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