Conozco personas capaces de deshacerse de los golpes al momento. La vida les jode y ellos, ¿qué hacen? Lanzan una sonrisa, así, de ésas con flash, y siguen con lo de siempre. Y lo peor de todo no es eso, no. Lo peor es que, aunque borren las patadas y putadas, aprenden de ellas. Aprenden y resetean, o resetean y aprenden.
Yo no soy así. Me caigo, me caigo y me caigo y el dolor de la caída se me queda para siempre grabado en el hipotálamo; pero, aunque el recuerdo del arañazo se repita y se repita, vuelvo a dar un traspiés. Y, cómo no, me caigo. Llevo aprendiendo a no caerme desde el 95; más de 17 años de curso intensivo y todavía no llego al cinco.
Díganme la receta o me pongo ahora mismo a romperle las manillas al reloj. Tal vez así, sin tictac, no tenga tiempo de volver a rasparme las rodillas.
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