¿Qué significará el tiempo sin relojes?

martes, 6 de noviembre de 2012

La más extraña de las medicinas.


El odio sólo existe más allá del amor, pero no hay amor más allá del odio. Es así: somos totalmente libres de dar el fatídico paso, pero es imposible retroceder. No es que esté prohibido y puedas saltarte la norma, ni es que hacerlo pueda implicar un dolor que te tumbe. Simplemente es imposible, como si algo te agarrara por el cuello y te impidiera andar hacia atrás. El odio es algo que te magnetiza y te hace depender de él, es algo pasional y maldito y sí, te hace avanzar y despegarte de lo que te llenaba de melancolía, pero si no ves tu avance, si no lo sientes, ¿de qué sirve estar cada vez más lejos de lo que un día amaste y te hizo daño si no puedes optar a sentirte mejor y, cómo no, a recuperarlo? No te voy a mentir, no es bonito. Pero, ¿sabes qué? Tal vez llegue un día, uno como otro cualquiera, en el que te pares a pensar y te des cuenta que esa llama viva que tenías en el pecho se ha apagado y que, con ella, se fue todo rastro de lo que podías haber llegado a sentir si no hubiera estado ahí. Y no será ni bueno ni malo, simplemente será mejor. 

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