¿Qué significará el tiempo sin relojes?

sábado, 20 de octubre de 2012

Y con esto, fin.

Querido Nathan:
¿Sabes eso de las personas venenosas? Personas que te miran con ojos tristes y te hacen querer acercarte a ellos. Te obligan a obligarte a formar parte de su historia. Y luego, cómo no, cuando empiezan a hacerte daño, así, poco a poco, no puedes dejarlas. Lo intentas, lo intentas y lo intentas, pero no puedes.
Una vez conocí a una persona así. En un aleteo de pestañas ya me había embaucado y se había vuelto parte de mí. Me contó historias que me creí, le conté las mías y, para colmo, siempre me consideré la que llevaba la situación.
Y empezó a envenenarme. Empezó a hacerme daño, a romperme el corazón. Y yo quería escapar de aquello, volver a pegar mis pedazos y olvidar.
Pero, ¿sabes qué es lo peor de las personas venenosas? Que cuando las tienes las odias, y cuando no las tienes, las quieres. Es un círculo vicioso que no te deja estar bien. O estás mal o estás peor, nunca puedes librarte del veneno, que se te mete dentro y no te deja vivir. Te agarra el corazón y te lo estruja. Te hace llegar a odiarte.
Lo peor de todo es que, aunque ha pasado mucho tiempo, sigo teniendo dentro parte de aquello. Sigo pensando en los buenos momentos, cuando el veneno todavía no había empezado con lo suyo (no es el veneno, es la dosis) y no sabía lo que podía pasar. Añoro esos días.
Eso es lo peor, Nathan, la nostalgia es la peor parte. La nostalgia te empuja a un pozo del que es casi imposible salir. 

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