¿Qué significará el tiempo sin relojes?

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Historias de una noche sin estrellas.


Delante de mí, parece una sombra y parece escurrirse. Sólo veo su silueta, que se recorta imperfectamente sobre la ventana abierta. Le veo apoyado y el resto me lo imagino: mira la calle con cansancio y la luz de las farolas se refleja en sus ojos negros. Me acerco despacio, temiendo por un momento que sólo sea una sombra y nada más; él no se mueve, aunque sé que oye mis pasos sobre el parqué. Le pongo una mano en la espalda y el movimiento es casi imperceptible. Me quedo ahí, parada y tratando de no hacer ruido al respirar.
Se gira deprisa y, antes de darme cuenta, me cruzo con su mirada oscura, negra como la noche.
-Tengo que llevarte al campo -dice-. Me parece increíble que nunca hayas ido; eres el prototipo de chica de ciudad, ¿sabes? -sonríe-. Te llevaré al campo y nos sentaremos en el suelo cuando comience a hacerse de noche. Cuando veas las estrellas, Zhanna, se meterán dentro de ti y te enamorarás de ellas.
Le sonrío y me sonríe. Vuelvo a fijarme en sus ojos y me imagino estrellas dentro de ese cielo nocturno -tal y como yo lo conozco- que tiene en la mirada. ¿Qué pasaría si decidiera meterme dentro de ellos y nadar? Podría decidirlo ahora, mientras le miro de frente y me tiemblan las piernas. Podría entrar sin llamar y hacerme dueña de todas sus historias, de sus virtudes y defectos, de su mente. Escaparía de la penumbra de una habitación que me parece infinita y entraría en la oscuridad profunda, donde todo y nada se unen para crear una realidad nueva. 
En lugar de hacerme pequeña y entrar, cierro los ojos y me pierdo en el silencio bajo el enigma de su mirada. Al fin y al cabo, siempre me han gustado los acertijos.

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