¿Qué significará el tiempo sin relojes?

viernes, 7 de diciembre de 2012

Mil maneras de imaginarlo


Grité con fuerza, hasta que pareció que se me iba a desgarrar la garganta. Grité preguntándole dónde estaba, si se había ido, por qué no podía encontrarle; grité pidiéndole que saliera de donde estuviera escondido, advirtiéndole que no tenía gracia, que me estaba enfadando; grité diciéndole que no me importaba, que estaba mejor sola, que no iba a echarle de menos. Y, finalmente, grité sin palabras, tratando de arañar lo que crecía dentro de mí. Me desplomé en el sofá, harta de verme de pie. Cuando apoyé la mano derecha sentí algo frío y regular: una foto. Había una maldita foto de un árbol en el sofá. El árbol tenía una enorme corona de hojas anaranjadas que parecían fuera de lugar sobre aquel cielo de un gris azulado totalmente neutro; a los pies del árbol había una chica sentada, mirándose los pies. Aquella chica era yo. Giré la foto esperando justo lo que encontré: caligrafía regular. Contra todo pronóstico, también había una mancha de café que rompía con la armonía de todo aquello, del color azul de las letras, de la firma bien hecha y de mí misma hecha trizas.
Antes de darme tiempo a meterme en la cabeza cualquiera de esas palabras, me puse en pie y tiré la foto a la basura. Y no grité. Guardé el silencio más absoluto, me puse el abrigo y, cuando cerré la puerta, di un portazo.

2 comentarios:

I.R.H dijo...

Wuau... Cuánta fuerza... mmm.. rabia contenida... exasperación... yeah... e.ê M guta..

Caótica dijo...

Gracias a los dos =) Antonio, ahora mismo me paso ^^