¿Qué significará el tiempo sin relojes?

viernes, 7 de diciembre de 2012

Paseo por tu línea de la vida.


Avanzo por las líneas de su mano y cada milímetro me cuenta una historia nueva. Camino por ellas, deseando perderme y quedarme para siempre a vivir en el laberinto de sus manos frías, sin saber cómo salir. Sería la vida más bonita del mundo, una versión  suave de mi propia vida, como una canción en acústico. Pero no me pierdo; conozco el camino y conocerlo se convierte ahora en una desgracia, en una decepción. Sé dónde estoy y sé cuál es la siguiente línea, sé cuándo me acerco a sus dedos y sé por dónde ir para no toparme con su lunar. Me paro un instante y, sin saber por qué, pienso en el cielo. Me imagino que esta mano sobre la que camino totalmente descalza de repente se alza y acaricia el cielo; me imagino a mí, todavía sobre ella, poniéndole de puntillas y uniéndome a esa deseada caricia. El viento me acariciaría las mejillas y la palma de su mano se volvería aún más fría. Lo dejo todo de lado en el momento en el que cierra el puño y, para mí, se vuelve de noche. Me regala, así, un momento de calor, de soledad; me regala oscuridad entre la que enredarme y soñar.
Vivir toda la vida caminando por las líneas de su mano, entrando en calor cada vez que la cierre.



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