¿Qué significará el tiempo sin relojes?

viernes, 14 de diciembre de 2012

Todo esconde algo.


Veo su mente a través del cuaderno. En la primera página, dibujadas con trazos tan finos que casi no puedo verlos, hay unas manos. Los dedos están estirados, relajados; son finos y largos, como dedos de pianista. En la segunda hay una taza de café humeante que me trae recuerdos. En la tercera, ojos verdes que miran de manera curiosa; uno de ellos está entrecerrado y me la imagino a ella, con la misma mirada inquieta y ese mismo verde intenso que se te mete dentro y nunca te abandona. En la siguiente, un árbol sin hojas parece saludarme y yo, tan simple, sólo veo invierno, sólo pienso en el frío y las luces de Navidad. En la quinta página, contra todo pronóstico, hallo palabras y algo dentro de mí se agita.

Nunca he encontrado un mundo entre el vacío de un folio en blanco. Nunca, te lo aseguro, voy a encontrarlo, porque allí donde nada existe y nada vive, yo no tengo cabida. No soy de esas personas que se frotan las manos y respiran hondo antes de agarrar fuerte el lápiz y apretarlo contra el papel y, en un abrir y cerrar de ojos, crean arte y crean armonía. Yo -y todo lo que tengo- soy un conjunto de esquemas que se repiten, flotan y abruman, y el conjunto no es ni grande ni pequeño. Sólo soy humana y tengo alma. Puedo cerrar los ojos y retraerme, nadar dentro de mí y encontrar algo, una cosa pequeña, que me haga sentir algo, algo grande. Cuando lo encuentro y lo agarro con fuerza, si no se me escapa puedo trazar líneas -siempre líneas con sentido, que coincidan y que parezcan desde el principio lo que van a llegar a ser, porque, como ya he dicho, no soy de esas que crean de la nada- y dibujarlo. Siento, siento de todo y los sentimientos se me escapan a borbotones por la punta de los dedos. Sangro dibujos. Supuro líneas, círculos, formas. Cuando miro mis trazos me veo a mí misma y nada más, y puedo ser tanto un gato como una silla. Me transformo, muto, cambio de forma y el lápiz es mi medio, mi máquina. Soy todo esto y soy una; soy hasta las hojas vacías. Soy humana, tengo alma y está aquí dentro, llena de borrones y trazos. Porque no encuentro un mundo entre el vacío de una hoja en blanco, pero puedo quedarme dentro.

Entonces, cuando volteo la página y me encuentro conmigo, con mi cara, tal y como ella me ve, se me escapa el alma por la boca.

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