¿Qué significará el tiempo sin relojes?

lunes, 31 de mayo de 2010

Más. Mucho más.

Más que a la vida misma. Más que a los colores que me abren paso entre la multitud. Más que a la cara que se te queda después de un suspiro. Más que a la honestidad. Más que a la sensación de vivir de puntillas. Más que al huracán de letras que me hace explotar las ideas. Más que a la naturaleza incomprendida de mi pequeño gran ser. Más que al susurro del viento cuando pelea con las hojas de los árboles. Más que al pequeño recuerdo que siempre te saca una sonrisa. Más que a las sábanas que me arropan cada noche. Más que al grito de mi alma cuando me hacen estremecer. Más que al júbilo de las farolas al ser encendidas. Más que a las lágrimas de reencuentro. Más que a los proyectos de futuro, que te amenizan el presente. Más que al momento de buscar algo con la mirada, y encontrarlo. Más que a las sonrisas que me quedan por regalar. Más que al café de cada mañana. Más que al primer rayo de sol del día en el que nací. Más que al abrazo de tu mejor amiga. Más que al regalo que me sacó un par de lágrimas. Más que a la canción que siempre tengo en mi cabeza. Más que a todas las dedicatorias que puedas hacerme. Más que a la tranquilidad de mi casa. Más que a la muñeca que te ha acompañado desde que tenías pocos años de vida. Más que al sol que en la playa a veces te quema. Más que a la carta esperada de un ser querido que vive lejos. Más que a las margaritas que alegran el paisaje. Más que a las palabras que te hacen creer que alguien te entiende.
Pero como a lo inalcanzable. E incondicionalmente.

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