Cuánto dueles, calor. No eres capaz de hacer nada serio. Todo reposa en el cajón de lo que no tienes, lo que no debes, lo que solo quieres. Dime, ¿alguna vez piensas en ti? ¿Alguna vez te planteas qué va a ocurrir, dónde guarda la vida el futuro, en qué bolsillo debes rebuscar para hallar de verdad? Dime, ¿te han abierto alguna puerta? Pues creo que no. Creo que te las han cerrado todas en las narices, pero tú, desde luego, respiras hondo y sigues riéndote, riéndote del tiempo, de la necesidad, y eres joven eternamente, y tienes 19 eternamente, pero entiende. Entiende que llegará septiembre y tendrás 20 años cosidos al ojo. Entiende, solo intenta comprender que los septiembres nunca paran, son como un coche lanzado a la barrera lunar. Y ni siquiera, calor, ni siquiera, porque no te van a dar ni un segundo de tregua. Cuando llegue el día primero, día uno y roto en punta, otro año se habrá colmado. Hasta el borde. Hasta el tope. ¿Pretendes crecer sin crecer? Cuánto dueles. Pero te respiro. Si no, calor...
Las mejores historias son las que hablan de lo que no cuentan, ésas que tienen otras letras impresas en los márgenes y entre los huecos de los renglones. Las mejores historias son las que dejan rendijas, grietas pequeñas por las que descubrir qué es lo que se mueve dentro de todo.
¿Qué significará el tiempo sin relojes?
jueves, 11 de junio de 2015
calor del tiempo
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