Yo soy una de ellas, y los gritos me comen y me joden y se enmarañan en el fondo de mis oídos. Soy una de ellas, y sé lo que sienten, son como espejos que reflejan todo lo que tengo, todo lo que llevo entre las costillas y en los bolsillos y dentro de los zapatos. Soy una de ellas, y no quiero serlo.
Porque no deberíamos existir.
No tendríamos que ser una categoría distinta ni tendríamos por qué reflejarnos como espejos. Y sin embargo...
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