¿Qué significará el tiempo sin relojes?

sábado, 30 de agosto de 2014

hielo



Nunca me quitas la sed. Eres como, no sé, como chupar un cubo de hielo. Te tengo en la punta de la lengua y pareces agua, y cuando empiezo a moverte dentro de la boca me dejas fría. La boca me duele. Y te muevo y me siento vacía, porque dentro de la cávea de mi habla es como si el agua me estuviera derrapando por los dientes y la garganta. De vez en cuando te caliento mucho y me das un poco, sólo un poco de líquido, y yo lo mantengo un segundo en la boca y después trago, y me llueves un poquito en el esófago. Pero es peor, porque no me quita la sed. Sólo son un par de gotas tontas, demasiado frías para que yo note su necesaria falta de sabor. Y te muevo y vuelvo a moverte y te revuelvo, y tengo dentro de la boca algo que parece agua, la solución a esta garganta rota y rasgada, pero no lo es. Tengo algo que no es nada, y en realidad lo es todo, y yo sigo provocando terremotos con mi lengua, que no está afilada. Más gotas y cada vez tengo más sed, y convulsiono de rabia, y vuelvo a dejarte en el vaso y espero a que te derritas unos segundos. Vuelvo a mover el vaso y me bebo lo poco que hay, y te meto dentro de mi boca y entonces por puro ahogo muerdo. Y te me rompes, y te mastico y me alivias, pero te vas. No te bebo. Sólo te desgarro.

No hay comentarios: